No es conveniente disecar las ideas porque los ojos de vidrio les dan, a la larga, un aspecto polvoriento. La técnica ideal para la conservación de ideas es sumergirlas en formol. Las ideas grandes se pueden guardar en botes de melocotón en almíbar y las pequeñas en botes de mermelada. El botes transparentes dejan ver las ideas flotando ingrávidas y perennes.
La conservación es perfecta, sin embargo hay que ser minucioso en el etiquetado. A veces se han cometido errores y donde se creyó que dormitaba una idea revolucionaria tras su análisis posterior resultó ser una idea de lo más conservadora.
Las ideas buenas suelen dejar el formol ligeramente tintado de azul y las malas de amarillo, aunque como todas las reglas tiene sus excepciones.
En las etiquetas nunca hay que olvidar dejar clara la fecha.