Cada día nos levantamos como si fuese un día más, como si el tiempo no transcurriera por nosotros cuando la realidad nos dicta lo contrario, el tiempo corre y en reversa para los que estamos condenados por nuestra humanidad.
Cada vez que pasan los segundos, es tiempo perdido en la carrera de la vida si no hacemos nada. Debemos reevaluar nuestra vida y nuestra concepción de ella para percatarnos de una vez por todas que todo momento es valioso, cada segundo que pasa define nuestro futuro, cada minuto en la vida es una nueva oportunidad de elegir.
Debemos intensificar nuestros esfuerzos diarios en el camino del éxito, y con éxito no me refiero a la comodidad monetaria, sino, por el contrario, el éxito, amigos míos, es hacer todo con una sonrisa en el rostro, es descubrir en las pequeñas cosas del diario vivir la felicidad que nos otorga realizar las cosas con entusiasmo, dando lo mejor de nosotros y en busca de nuestras metas.
El tiempo nunca es suficiente, cuando se tiene la certeza de que todo algún día acabará. Pero si hacemos las cosas de corazón nos daremos cuenta que la muerte no mata a los hombres, sino la inactividad emocional y social, la certeza de que no hacemos nada para cambiar nuestro entorno y a nosotros, que desperdiciamos la existencia que nos fue regalada, que no aprovechamos el milagro que somos.
No perdamos el tiempo, sigamos nuestros sueños con alegría y esforcémonos por hacer de esta felicidad una herramienta para mejorar lo que nos rodea, para no finalizar el camino sintiendo que no hicimos la diferencia, que nuestra contribución fue nula.
Obtener grandes obras, imperios económicos y ser mentes brillantes no es la única forma de aportar algo significativo a tu vida y a la de los demás, es tan sólo la posible consecuencia de una vida plasmada de entrega, perseverancia y de alegría al hacer.
La vida no es nada si no nos arriesgamos, sino enfrentamos los miedos y no aprovechamos la oportunidad que nos ha sido dada, la oportunidad de emprender.
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