Él Gil Se casó de mentira para engendrar hijos de plástico vio a su amor morir por él -y por ella- Calmo gritos segados del nocturno cielo y, al otro día, creyó no despertar con la maldita imagen… ¡Pero no! No logró hacerlo… Rápidamente se dio un disparo en la 100, en la 200 y la 300 -hasta morir- A su funeral fueron muchos, pero ella no, vale decir, no recibió esas malditas supuestas flores rojas escasas en pasión porteña.
Texto agregado el 09-11-2006, y leído por 97 visitantes. (5 votos)