Creo que en este momento, si un hombre en la calle decidiera asesinarme (con o sin ningún motivo aparente, tan sólo por el placer de matar a alguien, sólo porque sí...) no estaría cometiendo un crimen, estaría llevando a cabo un acto de salvación. Sería un acto de vandalismo si yo fuera un hombre que ha vivido demasiado, que lleva un ritmo de vida ¿Interesante? ¿Adecuado? ¿Intenso? No sé; en este punto podrían colocar el adjetivo que fuera... mi vida no amerita esos calificativos, no es tan... tan... tan así. No pasa nada atractivo en mis días. Supongo que los demás hombres tienen demasiadas experiencias en la columna de los haberes, mientras que la mía está prácticamente en cero.

Nunca he entrado a un prostíbulo ni he sentido la necesidad de hacerlo. Jamás me he preocupado por sentarme en una tienda a tomar cerveza con mis amigos. Mi suerte con las mujeres ha sido ¿Pésima? Bueno... regular. Tres o cuatro mujeres pueden salvar mi reputación. Aunque no del todo. De malas en el amor... debería existir un manual para sobrellevar noviazgos y relaciones sentimentales ¿Cómo saber qué lo que se hace es lo correcto, que está bien? ¿Cómo saber que los movimientos, las palabras, las caricias, los instantes, excusas para verla o llamarla, la frasecita, la mirada, no sé, todo, son los indicados? Creo que sobra explicar que tampoco he tenido un amor que me haya cambiado la existencia, de esos que establecen una diferencia entre el antes y el después de, aquellos que al recordarlos ponen una sonrisa en tus labios, de esos que se rememoran con ¿Ternura? ¿Nostalgia? ¿Pasión? Da igual... no los he tenido. Tampoco creo que yo haya llegado a ser uno de esos para las pocas mujeres en mi vida. Lo habría sabido en el momento. Pero no. Soy uno más, una relación pasajera y transitoria, alguien con quien se está en un momento de cambio. Supongo que no nací con estrella para eso.

Siempre pienso demasiado las cosas. Que sí esto, que sí lo otro. En ocasiones me niego a actuar. Debe ser porque soy indeciso. Un manual de autoayuda me aconsejaría ser más arriesgado, vivir mi vida al límite, solamente se vive una vez, todos los problemas radican en mí, la solución a mis dilemas no está en los demás. Con los libros de autoayuda y superación personal pasa lo mismo que con las películas porno: al leer uno ya se han leído todos ¿Cómo escribir un libro de superación y no morir en el intento? Muy fácil. Las herramientas para lograr la felicidad se encuentran dentro de uno, no se puede ser egoísta, la felicidad es como la niebla (se está dentro de ella y no se puede percibir), uno no puede encerrarse dentro de un caparazón, cada día es un nuevo reto, cada día trae su afán, después de una derrota (en eso son magníficos estos libros: están dotados de un lenguaje tan lleno de metáforas, chimbas, pero al fin y al cabo metáforas) hay que tomarse un tiempo para reevaluar cuáles fueron las falencias (también están plagados de un léxico...) para mejorarlas.

¿Y cómo filmar una película porno y no morir en el intento? Sencillo. No se requiere un mayor argumento. Bueno, si uno quiere ver porno quiere ver acción, sexo, sudor y fluidos. Uno no desea una película que lo ponga a pensar ¿Qué pienso yo del amor? O cualquier duda o preocupación intelectual. Por eso Polanski, Godard o Bergman nunca hicieron un filme XXX, porque cuando uno está teniendo sexo no se preocupa por los grandes dilemas de la humanidad. Nada de a qué vine yo a este mundo, cuál es el sentido de mi vida, nada de preguntas esenciales. Si, quizás uno se pregunta cosas como ¿Más rápido? ¿Será qué si querrá hacerlo así de esta forma? La ecuación es sencilla: sexo = ser humano presa de sus más básicos instintos. En una película porno no se requiere mayor excusa para desnudarse (¡uups! Adelgacé de repente, se cayó mi jean, no tengo ropa interior, mi pene está erecto ¿Quieres sexo conmigo? Se ve que te gustó, te gustó). De ahí uno sigue el modelo preestablecido, el común: la mujer le practica sexo oral al tipo (se lo mama palabras más, palabras menos); pueden usarse frasecitas y calificativos tipo ¡Qué cosa más grande tienes! (Es una frase demasiado rosa comparada con otras) ¡Es el más grande que ha pasado por mi boca! Entre más guarra la expresión mejor. Luego la mujer aparece en la siguiente toma completamente desnuda pero con los zapatos de tacón aún en los pies (es clave). Luego el tipo la penetra, ella gime. El secreto del gemido es que se oiga fingido, si es muy veras rompe la diegesis. Ambos sudan. Se oye un “que coño más rico tienes tía”, no hay necesidad de decirlo con emoción. La mujer se voltea y se deja penetrar por detrás. No importa si es encima de él, de pie, acostada. Importante un primer plano. No olvidar unas palmaditas en la nalga, un mordisco de labios y, por último, echarle el semen a la vieja en la cara. Aunque en la vida real esto les da a la mayoría de mujeres un completo fastidio, en el porno funciona.

Y aun así, los libros de autoayuda y las películas pornográficas tienen público. Porque hay gente que cree aún en ellos. Porque en un momento de desespero existencial o de un vació circunstancial es lo mejor que se puede hacer para “instruirse” ¿Te dejó tu novia? Bueno, es momento de que reevalúes si la amabas o dependías de ella ¿Cansado de ver pasar tu existencia sin posibilidad de remediar tus problemas? Aeróbicos espirituales muchacho. Pon en sintonía tu corazón con tus deseos ¿Deseas cinco minutos de emoción y deleite visual? Quizás las aventuras de las colegialas ardientes, que tienen sexo desde los trece o las famosas y arrechas pueden brindarte la emoción que buscas.

(Creo que sobra decir que no creo en libros de superación ni en pornografía... aunque debo admitir que ésta última es tentadora)

Decía que soy indeciso. También acostumbro a irme por las ramas, o si se desea un término menos coloquial y más preciso, por las derivaciones de cualquier tema de conversación. Si, es un problema muy común. Muchos sufren de lo mismo. Falta de concentración lo llaman algunos. Y aprovechando que estoy haciendo una lista de mis defectos, es imperdonable que deje por fuera el hecho de que me quejo por todo. Quejarme es la única forma de sentirme vivo, porque no hay nada atractivo en el lodazal, en el reguero de mierda que es mi vida. Alguien alguna vez dijo que debía cambiar de óptica, que debía “ver el mundo con otros ojos”; ella usa siempre metáforas de libros de superación personal... lo peor es que entre más ridículas son, más alivian el alma ¿Será que funciona en sí o funciona porque el otro, al quedar más bajo intelectualmente que nosotros, nos reconforta? ¿Ver el mundo con otros ojos? En la posición de un idealista parece sencillo: disfrutar del viento cuando sopla, alegrarse porque está lloviendo, reírse de los pequeños errores, extasiarse con el más ínfimo instante. No obstante, para una persona con serias preocupaciones existencialistas resulta bastante difícil cambiar su óptica de las cosas. Y más cuando cree también tener (muy en el fondo) una pequeña e imperceptible voz idealista que alimenta sus minutos. A veces esa vocecita chillona estorba; a veces el existencialista que vive en mí la ahoga, en ocasiones ella lo ahoga a él. Y a veces los dos pelean por igual, entonces uno desea no ser, no tenerlos. Cuando eres uno entre millones y vives nadando en líquido seminal la pelea es ser. Entrar equivale a ser. Pero al ser deseas no serlo. Extraño. Deseas no haber entrado, deseas haber perdido la carrera, que otro la hubiera ganado y hubiera creado una cadena diferente de ADN. En este punto, cuando tu cabeza está hecha un enredo, se te ocurren los dilemas más ridículos del mundo ¿Qué hubiera sido peor: haber nacido bien feo o haber nacido con cara de niña para que, al crecer, mil homosexuales quisieran coger contigo? La mente crea los dilemas para evitar que pienses en algo peor. Sólo si eres un prospecto de suicida los dilemas te pueden llevar a pensar lo peor ¿O acaso todos, en mayor o menor grado, somos prospectos de suicidas?

A mi modo de ver, cada persona lleva dentro de sí su propio infierno. Los que creen en Dios temen que Él los ponga a prueba. Los ateos porque no creen. Los idealistas porque viven de ilusiones. Los realistas porque no las tienen. Los que se divierten en exceso sienten que su vida es vacía. Los que se aburren porque no hallan nada interesante con que ocuparse. Los que son calmados quieren alocarse un poco. Los frenéticos y viciosos porque quisieran algo de control. Si existiera la perfección también sería el infierno. El infierno es la única opción posible, al cielo sólo entró Jesús ¿O acaso el cielo es una forma de ver el infierno? Quizás. Nadie dijo que fuera fácil ser un ser humano. Porque uno nace sin un manual para sobrellevar la existencia ¿O acaso el manual hay que comprarlo después? O tal vez mi vida es tan aburridora (insértese aquí el adjetivo de su predilección) que no se necesita de una guía, salvo si deseo morir de una buena vez... ¿Cómo suicidarse y no fallar en el intento? Pregúntaselo a quien sí pudo suicidarse, porque siempre se corre el riesgo de quedar peor de cómo estaba en el principio... por eso me gustaría que...

Nada. Por eso espero algún día toparme en la calle con alguien (que no le importe asesinarme, que haya despertado aquella mañana con deseos de matar al primer hobmre que pase por la calle) y que con un arma me liberara del martirio de despertar cada día de cada semana, con la certidumbre de que aquí no pasa nada ni va a pasar, que ya nada va a cambiar el rumbo de mi vida. Cuanto daría por un disparo que eliminara todos los etcéteras, que diera punto final a mis pasos, que me salvara de este mundo; cuanto daría yo por eliminar el último suspiro de esperanza, alcanzar el punto culminante de la epifanía y ver como todo va quedando en blanco... como al final de un libro de autoayuda o un argumento de una película de pornografía.