Lo sabes, lo sé. Han pasado los límites permisibles del engaño divertido, si es que alguna vez existió esa delgada línea. Por más que el auto engaño haya funcionado, es tarde para seguir levantando la venda de mis ojos para colocarla encima y cegarme de nuevo. Callaré después de esto porque es mejor así, el silencio me permite no ofender las sensibilidades ajenas, y nunca me ha servido un reclamo para resolver las cosas, sólo pido que me sueltes, y me dejes así.
No sé agachar la mirada para evitar ver todo esto, por más que me hayan vuelto a decepcionar como suelen hacerlo las damas de mi falsa compañía, a vos que mientes te lo dejo claro, las cosas no son tan evidentes como parecen, y las verdades llegan tarde y lentas, pero como siempre llegan, y para saber mentir, hay que tener buena memoria y saber planear las cosas un poco más a conciencia.
Ni perdón ni olvido, no te perdono, porque si te perdono te olvido, y debo aprender de mis errores, y hasta de los tuyos.
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