No hay candado forzado,
ni penumbra bajo la luz del día,
están tus ojos al otro lado
y si pudiera los vería.
Encierras el rencor de siempre,
que unas veces se apaga
y otras muchas, vuelve.
Rezas para que no suceda de nuevo,
y yo me marcho,
te desespero.
No tengo silencio alguno,
y guardo silencio en cada instante,
para no parecerte oportuno,
ni mitad ciego, ni arrogante.
Pero cuando tú no estás,
me enamoro de cada mujer
que por mi lado se atreve a pasar.
Yo, así, no quiero envejecer.
Y cuando estoy yo,
tu mirás atrás,
sin tener solución,
lejos bastará.
Cuando tú estás,
estoy ligado a mil procedimientos,
estoy negado a tí,
me desconcierto.
Te muestras,
y corro loco hacia tí,
hasta que me doy cuenta,
de cuando llego... es hora de partir.
Preso del olvido,
sin pecado,
sin delito.
Entre tus rejas encerrado,
de por vida.
Aquí, ahora; clavado.
Quiero libertad para quererte,
lejos la posibilidad de odiarte,
frios que no son de invierno,
tansólo quiero tenerte.
Pero tengo tanto miedo,
a tenerte y desgastarte,
que mejor vivir así,
como ahora, como siempre...
...al instante. |