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No había nada
aquel verano
cuando tú caminabas.
Cuando te tumbabas
frente al mar.
Eran dos cerezas de espaldas
sobre la arena blanca.
Frente al mar.
Eran dos cerezas, entonces,
y amarillo el reflejo
aún en mi retina.
Era toalla y playa y deseo.
Una promesa de felicidad
sobre la arena blanca frente al mar.
La brisa liviana rozaba
tu espalda, mis brazos
mientras miraba.
Era tortilla de patatas.
Era sombrilla y sol y nada.
Ni luego ni antes ni preocupación.
Eran dos cerezas de espaldas
sobre la arena blanca
frente al mar.
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Texto agregado el 08-11-2006, y leído por 110
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