Acaso no suene ninguna trompeta, sino el quejido colosal de cientos de cadáveres que se alzarán, con gran trabajo, de sus tumbas, nosotros incluidos, para acudir en masa a la convocatoria celestial. Seres desencajados, algunos y otros, aún sin corromperse, todos, con su ristra de gusanos a cuestas, esperaremos que el cielo se parta en dos, para que desde las profundidades de los abismos celestiales aparezca el que nos juzgará. Cadáveres memoriosos seremos todos, tratando de rescribir nuestra existencia, tachando los pecadillos y las injurias y resaltando con gruesos destacadores nuestras pequeñas virtudes. Insólito será el reencuentro de familiares polvorientos o convertidos en cimbreantes osamentas, esperpentos salidos de La Noche de Los Muertos Vivientes, caminando sin razón por esta tierra que hace mucho tiempo les dio la despedida. La Parca, esa inmemorial sicaria, entretanto, estará firmando su finiquito y negociará su paga, acaso deseando su propia muerte para descansar al fin de tanto desgarro y tanta desgracia ajena provocada por su guadaña indolente.
El Día del Juicio final, los poderosos sobornarán a los guardias para conseguir una entrevista previa con el Gran Juez. Temerán que la vindicta pública haga escarnio con ellos y que descarnados pulgares apunten a esa tierra despojada de huesos. Tratarán de conseguir un puesto de privilegio en el nuevo orden y mantenerse sobre el resto, como siempre lo han estado. Pero, para el Gran Juez, todos seremos iguales, todos felices y gozando de la paz eterna. ¿Les bastará eso a los poderosos o querrán también tener injerencia en la administración de esas preseas para redistribuir a su amaño la felicidad y bonanza?
Ya nadie deberá prometer nada que no pueda cumplir. ¿Qué será entonces de los políticos que cimientan su quehacer en esos escenarios levantados a punta de encendidos discursos y bien elaboradas metáforas?
El Día del Juicio Final, todos nos levantaremos de nuestras tumbas así como cada día nos levantamos de nuestro lecho para encontrarnos con las más patéticas formas de supervivencia que ha creado el hombre que no quiere descender en la escala social, otro tema para discutir, si es que no deseamos resucitar con pancartas en nuestras huesudas manos para reclamar igualdad celestial,como no la hubo nunca acá en le tierra…
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