Cuando Kim salió de la República Socialista de Vietnam en el gran éxodo de 1981, con apenas diez años de edad, un servidor, o sea yo, con 24, me iniciaba en la vida matrimonial.
La recuerdo menuda y laboriosa acomodando latas de sardinetas, anchoas y aceitunas en simétricas filas de la docena de estantes del tendejón que desemboca en la plaza de Santa Cruz, ahí a unos pasos de la Mayor en Madrid. Entonces era consumidor nocturno de Cocacolas, Ducados y botellas de Terry. Kim con su carita somnolienta, me regalaba una sonrisa franca que yo devolvía con la misma sinceridad y un beso furtivo.
25 años después, cuando el volver está marcado por la frente marchita, un divorcio a cuestas y la amarga perspectiva de la soledad, volví a ocupar el viejo piso que con su sapiencia supo esperar mi regreso de la aventura americana.
Y como de entre todos los filósofos el rumano Mircea Eliade era el único que se acomodaba a mi circunstancia con aquello del “eterno retorno”, volví a mis años de comprador impulsivo de cocacola, ahora “light”, brandy y Ducados en su novedosa presentación: FUMAR ES CAUSA DE IMPOTENCIA.
Pero Kim ya no era solamente Kim, ahora era Kim Malía, porque a la nueva nacionalidad agregó el nombre de María, para que no quedara duda del arraigo hispano. Y desde luego, ya no era esa niña flacucha que yo conocí, sino también agregó al nombre varios centímetros de cadera y busto, conservando, caprichos de la naturaleza, la misma cintura de chavala. En suma, una tía imponente y yo... ¡virtualmente impotente!
Una noche, después de beber donde los árabes a la salud de Zidane, y ya bastante achispao, me di cuenta que me había dejado o me dejaron sin mechero y tabaco. ¡Pues ala, con la china!
La plática fluyó alegre como el Manzanares en primavera. Igualmente vivo el compromiso para salir a divertirse el sábado y recordar los años en que la vida fue un recorrer de dolor y placer. Recuento de aventuras y amores, tiempos idos y que no volverán a ser, pero estaban presentes en las imágenes de los seres queridos y también odiados que hicieron encanecer mi todavía abundante melena, -que no la de Malía, negra como el tizón-.
Cuatro días para ponerse en forma. Sacrificio de costumbres, ser y existencia. Fuera tabaco, correr, bueno caminar dos veces el Parque del Retiro. Diez horas de sueño y a estas alturas: ¡vegetariano! Y bueno pues no estaba tan madreao. El olfato despertó, igual que...ya sabéis, dale que te inquieto en las madrugadas.
Llegó el día: el cajero derramó los 500 euros, -joder, a ver cuándo y cómo pago- un pellizco para el Carolina Herrera -uff que aroma tan penetrante, ¿o será mi inaugurao olfato?
Ayyy, que sacrificio: tan agradable la noche y yo midiendo lo que bebo, ¡Osstia ! que pegao baila la tía y tan cachonda. Las perspectivas eran tres: 1. buena, la paso guay y se abren las puertas para un promisorio romance. 2. mala, los recuerdos invocan la aparición de los muertos y todo se jodió en el mar de la depresión y la borrachera y, 3. Éxito, nos vamos a la cama y luego lo que dios quiera (así con minúsculas, porque ya en el tercer Terry, y como de costumbre, mi camisa blanca se tornaba roja).
Y fue la tercera, Kim Malía sacó de su bolso un porro, apretó el pecho contra mi espalda y me condujo lenta e íntima a su piso.
Apenas abrió la puerta salió a recibirnos Misifus, -te acueldas, ela un gato muy pequeñín- Yo ni puta idea, solamente veía un felino enorme, negro, desagradable como el recuerdo de mi ex mujer.
¡Diosssss, que olor! -ahora con mayúscula porque la peste no era para menos- y Malía que se quita el vestido, bueno después de unos segundos de lucha para hacerlo bajar de su cadera a las turgentes pantorillas, y luego el sostén, y ....coño, la erección que se esconde tras una serie de estornudos.
Me condujo a la cama, y na...que na... el aparato dejaba su espacio de expresión a los estornudos, y luego el fluido que borbotones inunda la napia.
Perdón, voy al baño. Momentos que se hacen eternos, ¡vamos leche de viagra ! Sacudida tras sacudida. Ya, parece que ya, media docena de bofetadas.
Ya vienes ?
Espera, solo un momento, que me ha caído mal el cocido, pero ahora estoy contigo.
Ya vienes ?
Si, si vida, ya estoy, ¡sólo un momento, es que te quiero dar una sorpresa!
Y era cosa de ver, tan majestuoso como el Bernabéu y tan dispuesto a la fiesta como Chamartín.
Tigre asiático, asalto guerrillero y penetración en terreno pantanoso.
Valió la pena tanto sacrificio. Estaba a punto, pero joder, entre el Herrera y el aroma de gato macho, ¡que me mareo !.
Espera, un poco más y haces la faena. Así, con fuerza, metiendo el rejón a lo Zidane : elegante y efectivo.
Qué manos tan suaves tiene la china, rozando mi culo... como pelo de gato.
Y este líquido caliente que penetra mi ano? ¡noooo ! ¡Se ha meado el jodio gato
¿ Sigo o paro ?
¡Coño, me ha arañao !
Jolines, que razón tenía el mierda de Eliade. Aquí estoy de vuelta, a punto de aterrizar en Sao Paulo, y la azafata chino-brasilera con sus ojos felinos ofreciéndome la última campiriña.
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