Con la oscuridad de la noche
disfrazada por la tenue luz de mi habitación
éste corazón mío, desaforado y sin timón
se lanza a la aventura de extrañarte una vez más
suplicando entre el sonido rítmico de su vivir
apenas un suspiro de ese amor
que de seis en seis viene a llenar mis sueños
y darle esperanza a mis ilusiones
que permanecen en pausa, en espera
y con expectativa de esos minutos mágicos
en los que, a tu lado, mi vida toma sentido.
He descubierto que soy mujer sólo dos días
esos en los que tu mirada habla de brillos
y tu voz refleja mi futuro en el aire
entre dulces palabras que acarician mis oídos,
pero el resto, esos cinco días de ausencia
son simple relleno, un intento de robot
que realiza el trabajo sólo por pasar el tiempo
para que vuelva ese instante, en el que la respiración acelerada
se mezcla con la euforia contenida
y se sucede una explosión sensitiva
cuando se presenta ante mi, cada sábado,
tu cuerpo, dueño del mío, imponiéndose
como un volcán que arrasa con mis labios
para recuperar tantas horas inútiles
durante una semana interminable.
Es así como vuelve mi alma
cada fin de semana... cuando te veo