Esta mañana noté algo raro, llevaba un rato despierto, había preparado el café, y me pareció extraño no oir entrar a mamá en el aseo, hace un ruido ensordecedor al orinar...
Retiré el café del fuego y subí a su habitación, la encontré boca arriba, serena, plácida...Me asusté un poco, inmediatamente subí la persiana y descorrí las cortinas, estaba como siempre, es una bruja, pero muy guapa, sus noventa años los lleva muy bien.
La llamé, ¡ mamá!, y no contestaba, me acerqué a ella y tomé su mano, con la otra acaricié su sien y la besé fugazmente, había llegado su hora, parecía dormida como una niña; no sabía a quién llamar, así que de momento avisé al médico de guardia...para hacer tiempo, la desvestí para colocarle sus mejores trapos, la maquillé un poquito, y cuando le estoy poniendo un sujetador, abre los ojos y me arrea una hostia de cojones, y va y me dice ¿ Qué haces peaso maricón?
- Pensé que estabas muerta...
- ¿ Muerta yo? Era el tranxilium, imbécil...me tomé dos ayer.
Me llevé la mano a mi rostro, la rabia me podía, cogí la lámpara de la mesita de noche y le di bien fuerte en la cabeza, un golpe seco y determinado, se quedó con los ojos abiertos y cayó en la cama, no había herida, bajo su cabello un leve moratón...
La terminé de vestir, está guapísima.
Sé que es una borracha, mala madre, ninfómana...pero madre no hay más que una.
A partir de mañana le diré a Toñi que no me haga más pajas, que prefiero follar, ya tengo sesenta años y la vida es muy corta.
A mi madre la incineraré ( no era su deseo) y verteré sus cenizas por el retrete, como era una verdadera rata, que mejor sitio que las cloacas.
Al fin, Soy Libre.
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