Era la noche el críptico refugio
de indiscreciones sin destino,
de los pasos extraviados
en las calles boquiabiertas.
Era la noche acongojada
por tanto amor en cautiverio,
sin descendencia.
Suicidado.
Ella cruzó de nuevo la ciudad
con el rumbo incierto y difuso
de una lágrima en la mejilla:
hacia el sur de todos los olvidos
o hacia el norte de recuerdos malheridos
por dos eclipses y siete penas.
Tal vez nunca llegó a saber
que él la estuvo buscando siempre.
Tantos días, todas las noches
entre sábanas, desayunos y almohadas,
en las sombras que parió el silencio
y en la vizcosa agonía del insomnio.
Y una noche llegó aquel sueño
(ese sólo y ninguno más)
en que al fin se cobijaron
en el vértice de una esquina
que se habían inventado.
Se miraron a los ojos
hasta amarse sin pudores
o hasta que rígidos relojes
destrozaron el cristal.
Texto agregado el 05-11-2006, y leído por 263
visitantes. (5 votos)
Lectores Opinan
03-06-2007
Siempre hay tiempo para los encuentros aunque se huya de ellos, y cuando llegan te das cuenta que no había razón para postergarlos. Excelente amigo!!! luisjo
04-12-2006
Qué poesía para ese amor!!! sos genial!!! 5* pene-lope
15-11-2006
pues sí
para eso sirve rumpelztilzkin
15-11-2006
eres un idiota
te lo dejo así
sin punto final rumpelztilzkin
08-11-2006
Amigo…esta poesía describe dos universos paralelos que coinciden en un sueño y que al encontrarse crean un sismo en el tiempo (una paradoja) que destrozan los cristales de los relojes.***** casafuerte