La pastilla Efervescente
Un vaso de agua encima de la mesa. En el sillón, cansino y con la mente distraída, miro como las burbujas comienzan a brotar de la pastilla que acabo de meter en el agua.
Saltan pequeñas explosiones de color naranja que al contacto con el aire deja un olor a mandarina.
Comienzo a recordar a aquel hombre que tocaba el acordeón durante mis trayectos en metro, una sinfonía que crispaba mis nervios y no dejaban que capturara los fragmentos del libro de turno que intentaba leer.
Las burbujas cesan, como por arte de magia el líquido incoloro se convierte en naranja, pasando por el amarillo.
¿Qué me había dicho la farmacéutica? Podía beber o no alcohol o era que podía antes o después, no recuerdo.
Así que saco una botella y me pongo dos copas, una para antes y la otra para después, así seguro que acierto.
Bebo de un trago la primera, mi cara se contrae y noto como mi garganta comienza a quemarse, seguidamente una calor que viene de mi estomago sonroja mis mejillas, aaaaaahhhh!!!! Que buen trago.
Cojo el agua naranja y la bebo, el sabor, que decir del sabor, aunque en el prospecto he podido leer que es un refrescante sabor a naranja, compruebo que de agradable nada y a naranja más bien podrida, así que sigo con el post-trago, mismos síntomas que el primero, pero este me sienta mejor, me relaja, me noto menos cansado, debo de haber acertado con la dosis.
Cierro los ojos y comienzo a pensar en blanco,
¡Que bien se esta! Creo que tomaré otro trago de bourbon. |