(El siguiente texto está basado en los estrambóticos personajes del gran Santiago)

Tomás era un niño curioso, bastante juguetón e inquieto, en lo personal me agrada mucho su personalidad, prefiero un niño como él, que una estatua humana con padres autoritarios. Iba atravesando la calle junto con el padre, el cual le encantaba responder las inquietudes del pequeño con alguna de sus "mentirijillas"

En ese entonces, a Tomás le llamó mucho la atención un personaje bastante singular. Una anciana de más o menos ochenta años de edad, siempre se paraba en el medio de la calle, y a la luz roja se dedicaba a limpiar los parabrisas de los autos con su malgastado trapo. Lo más particular, era que su labor consistía específicamente en pulir los vidrios traseros, dejando muchas veces, atónitos a los conductores, mas la vieja no recibía (Ni exigía) nada a cambio.

La primera y lógica reacción del niño fue preguntarle a su padre, este último, también sorprendido por la acción de la anciana, improvisó un elegante relato, pues era cuentista y le encantaba publicar sus textos en internet. (*)

Narración del padre hacia su hijo Tomás

Lucía era una muchacha apasionada, se esforzaba incansablemente por sus deberes y pasiones. Era una mujer artista, tocaba el piano muy bien, y su pintura dejaba perplejo a sus familiares y amigos. Estaba en el auge de su juventud a los veinticinco años. Se empobrecía espiritualmente con un amor perturbador. Estaba enamorada de Oscar, un joven de su misma edad, y por el contrario de la muchacha, este era absolutamente distinto. No mostraba interés por nada, jamás se sintió apasionado por algún tipo de manifestación,y aplazaba a sus amigos sin mayor dificultad, por esa misma razón, era un joven incapaz de comprometerse afectivamente con alguien.

Lucía jamás se lo sacó de la cabeza, día a día pensaba en aquel hombre, pero él no mostraba mayor interés. A la incomprendida mujer le atraía principalmente lo brillante que era este hombre (En realidad lo brillante que ella lo encontraba, puesto que jamás fue brillante) además de otros detalles banales (Su físico por ejemplo)

Oscar cedió después del cansancio que provocaba abstenerse a los encantos frustrados de Lucía.
Por esas cosas de la vida, ambos se relacionaron ¡Y hasta se casaron!

Lucía vivía feliz, ciega ante la neutralidad afectiva de su escoria de esposo. Pero después, Lucía sufría, se lamentaba y lloraba, puesto que esa felicidad se iba extinguiendo, gracias a que en algún momento, sus cercanos le ayudaron a abrir sus ojos.

En una noche de lluvia, Lucía tomó la resolución de marcharse del maldito hogar que ambos compartían. En breves palabras, mezcladas con lamentaciones, la triste abandonó a su esposo, este no mostró, para variar, mayor interés.

Tomó un taxi, y llorando en el asiento trasero iba la pobre mujer. En su partida, ella se asomó por el parabrisas, trató de ver por última vez la imagen de su hombre perfecto. Lloró más y más, puesto que el vidrio trasero del taxi estaba empañado por las gotas que del cielo caían, todo esto impedía su último deseo.

Desde ese día, la anciana Lucía, se encuentra limpiando los parabrisas traseros, en busca de su amor perdido.



El pequeño Tomás, sin entender aún los principios del amor, no prestó atención al apasionado relato y siguió su trayecto por las avenidas de la capital, como si nada hubiera pasado.

El padre se frustró, puesto que había gastado palabras tan hermosas ante un receptor ignorante...