como se que la muerte ronda cerca en nuestras vidas de papel,
decidí escribir mi testamento:
le dejo una caricia a la noche
que siempre me cuido,
una abrazo a la luna
pues siempre estuvo allí,
un perdón a mi misma
pues nunca me perdone,
le dejo mil besos a la soledad
que nunca me abandono,
un gracias a las lágrimas
pues siempre me liberaron,
una sonrisa a la melancolía
que fuerte me abrazó,
una caricia a mi corazón
pues nunca la tuvo,
un oído a mi alma
pues nunca la escuché,
una mano a las personas que siempre me acompañaron,
pues nunca se los agradecí,
una palabra al viento
pues siempre las guió,
un poema a las estrellas
pues siempre me inspiraron,
un “te perdono” al amor,
pues nunca me tocó,
una lagrima al olvido
pues nunca se lo dediqué,
un tiempo al tiempo
pues siempre lo evite,
le debo un perdón a la vida
pues nunca la viví...
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