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Historiadores de diversas nacionalidades, épocas y corrientes académicas coinciden en sostener que el Descubrimiento de América ha sido, entre los hechos acaecidos en los dos milenios transcurridos desde el inicio de la Era Cristiana, el acontecimiento más trascendente de la historia de la Humanidad.



Sin lugar a dudas, el 12 de octubre de 1492, cuando los tripulantes de las tres carabelas capitaneadas por Cristóbal Colón divisaron las playas de la isla Guanahaní en el Mar Caribe, se abrió una compuerta que dio paso a una increíble realidad que habría de cambiar rotundamente el funcionamiento del mundo, tanto del conocido hasta entonces como del que estaba a punto de conocerse.



A continuación, presentamos una selección de brevísimas grageas historiográficas, integrada por relatos elaborados a partir de anécdotas reales (documentadas por cronistas e investigadores) que ocurrieron en aquellos tiempos de la Conquista. Por esta galería desfilan sucesos dramáticos y, también, trágicos, junto a otros cómicos o francamente desopilantes, que fueron protagonizados, tanto por los intrépidos españoles como por los perplejos americanos nativos, entre finales del siglo XV y principios del XVII.



Nuestra intención consiste en que estas Grageítas de la Conquista faciliten la composición de un mosaico de impactantes imágenes quizás fragmentario, pero representativo de aquel extraordinario -no siempre agradable, pero sí asombroso- período de la historia universal.





- I -
¿CHOQUE DE CIVILIZACIONES?




· Colón tuvo muchísima suerte...

... ya que, si hubiese desembarcado en una isla vecina a la que arribó por primera vez, es muy probable que los feroces indios caribes, antropófagos insaciables, se lo hubieran devorado tanto a él como a su tripulación, como lo hacían con los que osaban acercárseles. Entre los conquistadores que integraron el menú de estos caníbales, se destacan, por ejemplo, Juan de Valdivia y su escolta, quienes, menos afortunados que el Gran Almirante, aparecieron en el lugar equivocado justo a la hora del almuerzo.



· Los indios caribes eran auténticos gourmets...

... que preparaban durante meses a los prisioneros que iban a manducarse. En primer lugar, les cortaban los genitales para asegurar un adecuado engorde de la presa; a continuación, los castrados eran sometidos a una rigurosa dieta de verduras, frutas y esencias aromáticas, de modo de obtener una carne que, al momento del banquete, estuviera para chuparse los dedos. La gastronomía moderna, lamentablemente, ha perdido estas interesantes costumbres autóctonas.



La historiografía "indigenista" ha difundido...
...el disparate de que los aborígenes, antes del "nefasto" año 1492, vivían estupendamente en un paraíso terrenal de abundancia que los españoles -con su rudeza, su crueldad y su ambición- se ocuparon de destrozar. Nada más alejado de la verdad. Por ejemplo, recorriendo la península californiana, Álvar Núñez Cabeza de Vaca se encontró con tribus indígenas que vivían en un estado de indigencia inimaginable, al punto de que se alimentaban de arañas, huevos de hormigas, gusanos, culebras, tierra, estiércol de venado, heces y fetos humanos, etcétera. Cuenta que, asombrado, pudo observar cómo nativos mayores de 14 años -muchachos grandes ya- todavía mamaban, sin lujuria alguna, la teta de las mujeres.



· "No he venido a evangelizarlos sino a quitarles su oro"

Así se expresó don Francisco Pizarro, conquistador del Perú, cuando le recordaron que debía ocuparse de divulgar la doctrina cristiana entre los nativos, según lo dispuesto por las Leyes de Burgos instituidas por el rey Fernando, el Católico, en 1512. Odioso, pero sincero hasta la obscenidad resultó ser el caballero.



· " No quiero ir al cielo si allí también hay cristianos "

Así le contestó el cacique Hatuey al sacerdote franciscano que procuraba convencerlo para que se convirtiera a la fe católica mientras esperaba, junto a buena parte de su tribu, el turno para ser quemado vivo, por orden de los españoles que se habían apoderado de la isla donde vivían pacíficamente.




- II -
CONQUISTA ERÓTICA DE LAS “INDIAS”




· A la cacica de Arkansas le gustaban los negros...

... al punto que, abandonando su augusta posición, su familia y su tribu, huyó con uno de los sirvientes que acompañaban al conquistador Hernando de Soto en su periplo por tierras de Norteamérica en el año 1540. La cacica de Cofitachequi (hoy territorio de EEUU), hembra de gran belleza según la descripción del Inca Garcilaso, quedó cautivada por el esclavo africano que venía con el contingente expedicionario español. Enamorada sinceramente o deslumbrada con el atributo sexual del extranjero, lo cierto es que la reina aborigen, renombrada por sus enormes anillos de oro y sus collares de perlas, dio inicio de ese modo a la larga y perdurable fama viril que, entre las mujeres, rodea a los hombres de color...negro.



· Conocidos como “los tuertos” de la Conquista...

... Almagro, Narváez y Orellana perdieron alguno de sus ojos en sendos enfrentamientos ocurridos durante las riesgosas campañas de conquista que protagonizaron. Su aspecto físico, por éstas y otras heridas de arma, al que se sumaba un contumaz rechazo al baño diario, distaba mucho de resultar atractivo. Esto lo pudieron notar, con profundo desagrado, las legendarias amazonas cuando el último de ellos, cuya visión había sido parcialmente cercenada en el Perú durante una reyerta, llegó navegando por el caudaloso río al corazón del Brasil. Tantos siglos esperando al tan mentado hombre blanco europeo ¿para esto?



· En la isla de los indios putos...

... las huestes del conquistador don Vasco Núñez de Balboa cometieron atrocidades. La comunidad de aborígenes gay centroamericana vivía apaciblemente, comportándose en todo como si fueran mujeres ("salvo en el parir" -cuenta el cronista de la expedición), cuando una avanzada del conquistador arribó a su territorio insular. Los visitantes españoles, sorprendidos y, quizás, perturbados ante la insólita situación de toparse con hombres salvajes ataviados y pintarrajeados como travestis, que les hacían propuestas obscenas al compás de grititos histéricos, no tuvieron mejor idea -por las dudas- que lanzarles una jauría de perros hambrientos. Así fue exterminada esta tribu de indios maricones; toda una curiosidad antropológica, sin duda.



· El tedio de Buenos Aires y la “movida” de Asunción.

Varias razones hubo para que el primer emplazamiento de Buenos Aires, obra de don Pedro de Mendoza, fuera abandonado a mediados del siglo XVI. Los libros de historia hacen hincapié en las mejores condiciones naturales y climáticas que rodeaban a la ciudad de Asunción, comparándola con las que ofrecía el hinterland rioplatense. Pocos reconocen, sin embargo, que una cuestión de sexo, para nada desdeñable, primó en la decisión tomada por los españoles. En efecto, las mujeres guaraníes eran amables, cariñosas y condescendientes con los conquistadores, mientras que a las “damas” querandíes bonaerenses y charrúas orientales, por su gran hostilidad, no había manera de acercárseles. Por el contrario, convenía mantener prudente distancia de ellas dada su tendencia a ejercer la antropofagia. Como remata aquel chiste obsceno: “de coger, ni hablar”.





- III -
CRUELDAD Y NECESIDAD






· Los españoles les cortaban las manos a los indios...

...que, cansados de nadar, pugnaban por asirse de los botes que navegaban por el Caribe. El grupo de hombres que en julio de 1503 comandaba la escuadra, se había amotinado en contra de su capitán, Cristóbal Colón, y huía con la intención de regresar a España. A medida que avanzaban por el proceloso mar, a las precarias embarcaciones atestadas de españoles, sirvientes indígenas, armas y vituallas, comenzó a entrarles agua a raudales, con el consiguiente riesgo de hundirse. Los marineros en fuga, con el propósito de aliviar la carga, no tuvieron mejor idea que tirar al mar a los aborígenes que los acompañaban. No obstante, los indios expulsados seguían nadando alrededor de los botes y, a medida que los vencía la extenuación, se aferraban a los bordes de éstos para no sucumbir ahogados. Pero, cuando irrumpían a bordo las manos y los brazos de los desesperados nadadores, los tripulantes españoles, fríamente, con espadas y machetes los iban cercenando. De este modo murieron mutilados y desangrados dieciocho indios, mientras que la expedición, aligerada de sobrepeso, se salvó del naufragio.



· A las embarazadas les abrían el vientre...

...con un cuchillo de pedernal, les sacaban el feto y lo tostaban en un fuego prendido al efecto. Como habitualmente la criatura sacrificada los dejaba con hambre, también se comían a la mujer agonizante. Otros aborígenes de la región del Valle del Cauca (Colombia) tenían hijos con sus esclavas, a los que criaban hasta la adolescencia y a esa edad los mataban, los cocinaban y los devoraban. Entre los indios carios, el cacique más respetado era aquél que disponía de más mujeres para preñar y alimentarse.



· Un final bien condimentado...

...aguardaba a Hernán Cortés de parte de los naturales de Cholula (México). Éstos tramaban un gran recibimiento para agasajar al conquistador y a su hueste. Habían dispuesto sobre las brasas varias ollas con agua, rebosantes de sal, ajíes y tomates. Para que el almuerzo fuera un éxito sólo faltaba que llegara la carne, es decir, los españoles. Desafortunadamente (para los indios mexicas), Cortés fue advertido de las intenciones gastronómicas y cambió de rumbo a tiempo. El banquete debió suspenderse.



· La prohibición de la antropofagia admitía excepciones...

...dado que los guerreros tlaxcaltecas, aliados de los españoles en la conquista de México, no tenían ningún empacho en comerse a los prisioneros al cabo de cada batalla, frecuente festín al que no eran invitados los soldados europeos debido, según presumimos, a los escrúpulos humanitarios (o preferencias culinarias) de éstos.



· Los indios panameños, hartos de los atropellos...

...a los que los sometían los conquistadores, siguiendo órdenes de su jefe, Pocorosa, asaltaron un establecimiento español y consumaron una masacre. A los que no los mataron les cortaron la lengua y los labios y, no satisfechos con ello, les introdujeron oro fundido por las gargantas al grito de “¡Hártate de oro! ya que tanto lo deseas”. De esta incursión sólo se salvó la bella esposa del capitán español, doña María de Aguilar, que fue tomada por Pocorosa como concubina y trasladada al aduar indígena. Poco después, una de las esposas del cacique, celosa de la intrusa, la mató y ocultó el cadáver en un pantano. Eludió el castigo diciendo que a su rival se la había comido un caimán, accidente frecuente en el Istmo.



· La “justicia penal” de los aborígenes...

...suponía insólitos castigos. Por ejemplo, los indios que orientaron a Balboa por el sendero que lo llevaría a descubrir el Océano Pacífico, acostumbraban a cortar las manos de los ladrones y a colgárselas del cuello. Es decir, que aquel que lucía gargantilla de falanges, falanginas y falangetas, tenía un frondoso prontuario.



· Un personaje de increíble sadismo fue...

...Diego de Aguirre. Este monstruoso psicópata, al cabo de una sangrienta expedición por el Amazonas en la que fue liquidando a todos sus compañeros, terminó apuñalando también a su hija de 16 años que viajaba con él. El delirante homicida justificó el filicidio diciendo que “lo hizo para que la niña no sirva de colchón a tanto rufián y a tanta gente ruin como hay por estas tierras”.



· Los aztecas arrancaban el corazón...

...de los prisioneros aún vivos que llevaban a la pirámide de sacrificios. La abundante sangre que era derramada al aplicar dicho procedimiento, se ofrendaba a los dioses. Era tal el terror que producía este rito sanguinario entre las tribus rivales y entre los españoles, que éstos preferían morir combatiendo o, incluso, autoinmolarse antes que caer prisioneros de los aztecas y ser sometidos a semejante tormento.



· Por culpa de los españoles se hicieron caníbales...

...los naturales de Popayán, según relata un cronista del siglo XVI. En efecto, siendo un pueblo de tradición agrícola, para no atraer la codicia de los españoles siempre ávidos de alimentos, dejaron de sembrar y abandonaron el cuidado de los cultivos. Cuando el hambre los acosó sin reservas, optaron por retomar la costumbre antropofágica que sus antepasados habían superado varias generaciones atrás.



· La de changarín era una profesión peligrosa...

... en tierras de Venezuela. En aquella época brutal, mercaderías y equipajes se cargaban y se trasladaban de un lugar a otro utilizando la tracción de indígenas que formaban caravanas unidos por una cuerda atada al cuello. Cuando algún indio se cansaba y no podía seguir más, le cortaban la cabeza para no demorarse desatando la hilera.


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GRAGEAS HISTORIOGRÁFICAS
Hechos Extravagantes y Falacias de la Historia


Elaboradas por Gustavo Ernesto Demarchi, contando con el asesoramiento literario de Graciela Ernesta Krapacher, mientras que la investigación histórica fue desarrollada en base a la siguiente bibliografía consultada:



· Anguiera, Pedro Mártir: “Décadas del Nuevo Mundo”; Ediciones, Madrid, 1989.

· Arzac, A. / Luna, F. / Scenna M. y otros: “El descubrimiento de América”; Abril, Bs.As., 1988.

· Barros Arana: “Compendio de Historia de América”; Cabeut, Bs.As., 1949.

· Braudel, Fernand: “Carlos V y Felipe II”; Alianza, Madrid, 1999.

· Cortés, Hernán: "Cartas de la conquista de México"; Sarpe, Madrid, 1985.

· Galineano, Ana María: “Las reducciones guaraníticas”; Ed.Culturales, Bs.As., 1979.

· Gálvez, Lucía: “Las mil y una historias de América”; Norma, Bs.As., 1995.

· Gálvez, Lucía: “Mujeres de la Conquista”; Sudamericana, Bs.As., 1999.

· Goya y Lucientes, F. de: “Cronos devorando a un hijo”; (pintura), Museo del Prado, Madrid

· Herren, Ricardo: " La conquista erótica de las Indias"; Planeta, Barcelona, 1991.

· Herrera, Antonio: “Desembarco en La Española”; (grabado), Siglo XVII.

· Hume, Martín: “España. Grandeza y decadencia”; Alderabán, Madrid, 1999.

· León-Portilla, Miguel: “De Teotihuacán a los aztecas”; UNAM, México.

· Luca de Tena, Torcuato: “América y sus enigmas”; Planeta, Barcelona, 1993.

· Luna, Félix: “Confluencias”; Sudamericana, Bs.As., 1993.

· Montaner, Carlos A.: “Las raíces torcidas de América Latina”; Plaza&Janés, Barcelona, 2001.

· Orquera, Luis A.: “Un acta y un plano” / en Historia de cuatro siglos; Altamira, Bs.As., 2000

· Ortíz Chaparro, Francisco: "Historias de América. La seducción y el caos"; Mondadori, Madrid, 1992.

· Rojas Mix, Miguel: “Hernán Cortés”; Lumen, Barcelona, 1990.

· Vera, Juan P.: “La conquista de Tucumán. Cultura Diaguita, Calchaquí y Quilmes”; Rosso, Bs.As., 1937.



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Texto agregado el 03-11-2006, y leído por 3912 visitantes. (0 votos)


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