Se me va la vida en este camino que lleva a tu corazón
Pues, si he perderme quiero que sea en el laberinto de tus caricias;
Que me pierda tu abrazo que se abre para atraparme
Y el destino me haga ciego para no ver la salida,
De esa trama de brazos y pecho.
Y tu cara de miel repose encima de mi pelo,
Y que hagas nido entre mis cabellos,
Y me regales suspiros a mi oído,
Y esas lágrimas de emoción
Que las empuja caprichosamente hacia fuera algún sentimiento
Y da paz a mi alma cuando caen de tus ojos,
Que casi se cierran,
Y te ofrezco mis labios como pañuelo.
Que se sequen en mi boca tus penas
Y luego, un simple beso acalle tu lamento
Y descubrimos que el amor tiene ruido: nuestros silencios
Y nuestros brazos un fundamento
El haber sido hechos perfectos, justos
Para envolver nuestros cuerpos
En perfecta armonía, que nos envidia el cielo.
Y pasan días, y pasan noches, y ya ¿sabes? abandonamos los lamentos
Y todo lo que nos rodea, parece insignificante, sin sentido
Pues el cosmos que fabricamos nosotros, es sutil, como el viento,
Que sin mostrarse todo lo alcanza.
Dos caminos que hicieron ecos, sin voces,
Solo un diminuto sonido: nuestros latidos,
Que casi adoptaron la misma cadencia, el mismo ritmo.
Y ya no hay belleza en la música, ni en los instrumentos,
Solo tus besos, adornando los míos
Y un mundo que ya no nos alcanza,
Solo nos envidia cuando nos vamos, solos,
A conquistar el firmamento.
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