Nocturnos sucesos de perdidos caminos,
El tuyo de fiestas, el mío de ruidos.
Gente que rodea nuestros cuerpos;
El mismo destello de luces,
Solo que a ti te vienen del cielo.
Mientras que a las mías las enciende la noche,
De profundo arrabal sureño, lleno de gente.
Casamiento de tu gente, engalana tu sombra,
Que transforma tu vida estas horas.
Quiero espiar en donde bailas, como das vueltas
De la mano de ese alguien que envidio,
Que te mueve y quizás susurra algo en tu oído.
Y que veas mi danza solitaria, ahora que escribo,
Imaginando estar festivo, cuando solo soy suspiro.
Y cierro los ojos y te intuyo sonriendo,
Quizás ahora levantando tu copa, alegre
Mientras yo solo elevo lágrimas secas,
Y me quedo sin respirar, al filo de mi abismo.
Crudo contraste de estados; en ti un sereno júbilo,
En mí, soledad de incontables infiernos.
Lo fiel que eres a esa amiga, de dedicarle estas horas,
De tener esta noche de anillos, iglesia y un si ¿eterno?
Mientras yo desgrano palabras en estos instantes,
Buscando ahogar un llanto infame, lleno de tu desabrigo.
Que vuele el tiempo justo ahora, que la luz solar reine.
Que se retiren las penumbras, y que tu reunión acabe.
Así vuelves a dormirte, a quizás pensarme,
Aunque solo dure un destello, y te duermas sonriente,
Mas producto de tu salida festiva, que de tu regreso.
Yo volveré de este aislamiento a uno peor,
Volveré a lo hundido de esa habitación que habito,
Rogando a dios me regale el día,
Para desterrar la oscuridad de esas frías paredes,
Para no darme cuenta que tan solo sobrevivo,
A estos minutos de impotencia, de gallarda tristeza,
Que se yergue a tu distancia y sepultó mis risas,
Al menos en esta corta, pero interminable velada.
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