A la página de los cuentos
la muerte llegó de visita,
se presentó sin previa cita
buscando nuevos elementos.

Hoy Miranda Páez ha muerto
víctima de genial locura,
la ausencia de aquella hermosura
nos dejó un árido desierto.

Perdimos relatos brillantes
pues murió Mónica Calero;
ella se fue, cuenta un cuentero,
al cementerio de elefantes.

Una Principiante escribía
cuando se asomó la calaca;
podemos leer en su placa:
“Ella escribió lo que vivía”.

De España llegan crueles gritos,
son de Mi Mundo Paralelo
quien agoniza en su desvelo
entre sus mágicos escritos.

Rumbo a las distantes regiones
va caminando Galabriela,
como cuentera de alta escuela
la enterraremos con pendones.

Castillo descendió a la fosa
y nos peleamos ya su herencia;
queremos sus cuentos, su ciencia,
repartiremos cada cosa.

Desmoulins fue decapitado
en su afán revolucionario,
cargos de traidor e incendiario
condenaron al abogado.

Uno por uno los cuenteros
se precipitan al abismo;
ya no hay historias, no es lo mismo,
solo hay quejidos lastimeros.