Risas
Desde hace casi veinte años trabajo como payaso en un circo que recorre todos los años casi todos los rincones de nuestro país. No se preocupen porque no pretendo aburrirlos con la recurrente problemática del payaso, el tener que simular alegría todos los días sin importar lo que tu corazón te esté diciendo. De hecho, soy una persona demasiado alegre y mi problema es el opuesto: nadie me toma en serio cuando no estoy trabajando. No es que me moleste demasiado, es sólo que creo que la gente no sabe reaccionar ante mí y siempre me imaginan con mi disfraz laboral. No se rían, les estoy contando un problema serio, imaginen que ni siquiera puedo castigar a mis hijos porque ellos, en vez de sentirse mal con las reprimendas, no pueden controlar la risa y luego todos en casa nos contagiamos y todos los problemas terminan con un ataque colectivo de risa.
Me vi forzado a tomar una decisión muy importante. El tipo de vida que llevaba junto a mi familia en el circo no estaba siendo adecuada para la crianza y educación de mis hijos, y decidí que nos estableciéramos en un pequeño pueblo. El ambiente del circo y la vida de payaso sin tomarse nada muy en serio eran muy negativas para su educación.
Siempre trabajé en el circo y me costó un tiempo encontrar un trabajo estable. Ahora soy coordinador de eventos funerarios, el encargado de planificar y atender a los asistentes a funerales e incluso de recitar los discursos de despedida. Es un empleo tan digno como cualquiera y me deja bastante tiempo libre para pasarlo con mi familia.
Luego de varios meses trabajando en la funeraria creo que la gente nuevamente no sabe cómo tratarme. Es como si siempre estuviera vistiendo mi traje con corbata negra y se dirigen a mí con un aire solemne y con cara de tristeza. Las conversaciones en casa terminan ahora en un mar de lágrimas. El problema es aún peor viviendo en un pueblo pequeño porque todo el mundo se conoce y la gente no nos visita ni nos invita a sus hogares, me imagino que no quieren que les traspasemos el mal ánimo que evocamos. Por el bien de mi familia me decido a dejar ese empleo.
Llevo dos meses buscando un nuevo empleo y todo el pueblo lo sabe, ahora nos tratan como mendigos, nos miran con desprecio y no nos aceptan en varios lugares, a pesar de que tenía mis ahorros y puedo pagar por lo que consumimos y mantener bien a mi familia. Debo conseguir algo rápidamente y decido aprovechar todos mis años de experiencia entreteniendo público. Me voy a presentar a una prueba de cámara como animador de espectáculos en el canal de televisión local.
Estoy cumpliendo tres meses de éxito con mi nuevo programa de televisión. Soy el animador estrella y la gente hasta me detiene en las calles para pedirme autógrafos, soy una especie de héroe local. Mis hijos son los más populares en sus colegios y hasta mi esposa consiguió muchas amigas, esto si que es vida.
No puedo soportar el ambiente de las estrellas, son demasiadas las tentaciones y no quiero poner en riesgo mi futuro ni el de mis hijos. Ese tipo de vida te puede encandilar y llevarte rápidamente a la ruina familiar. Gracias a que ahora soy de los más conocidos en el pueblo voy a comenzar una carrera política y me presentaré para alcalde en las próximas elecciones.
Desde hace un tiempo soy el nuevo alcalde del pueblo. El trabajo es fácil, todo se trata de favores por favores, sin embargo las cosas no han funcionado bien, ya nadie me toma en serio. En casa siempre dudan que esté diciendo la verdad, creo que ya no puedo reconocer cuando estoy mintiendo de cuando digo la verdad.
Comienzo a sacar mis cuentas y me percato que hace ya casi un año que dejé el circo. Rápidamente reúno a mi familia, empacamos nuestras pertenencias y alcanzamos la caravana del circo cuando estaba instalándose en el pueblo.
Agregué a mis rutinas de payaso algunas historias de funerales, de mendigos, de farándula y de políticos. Todas fueron un éxito enorme, pero las últimas fueron las que más risas obtuvieron, y fueron además las más fáciles de hacer ya que sólo tuve que vestirme de payaso y recitar los mismos discursos de mis tiempos de político.
Hace cinco años que estoy de vuelta en el circo y estoy convencido de que este ambiente, con esta vida de vida de payaso sin tomarse nada muy en serio, es lo mejor que mis hijos pueden recibir. No se imaginan cuánto extrañábamos las risas.
Jota |