Quiero…, gritar en silencio,
mostrando mi rabia,
y mordiéndole al viento.
Quiero…, no ver lo que advierto:
el mal en los cuerpos,
ni sentir lo que siento.
Quiero…, persigo -y no miento-,
atrapar un perfume,
ver el sentimiento.
Quiero…, a veces deseo tanto
tener alegría
y no amargo llanto.
Quiero…, lleno este Universo,
de hombres sencillos;
sin hombres perversos.
Quiero…, no oír que retumban
bombas que en la Tierra
excavan mil tumbas.
Quiero…, no ver sed ni hambres,
asolando el Planeta
que pueblan los hombres.
Quiero…, ver siempre felices
a quienes sangran siempre
por sus cicatrices.
Quiero..., ver un cauce largo
de aguas cristalinas;
no de llanto amargo.
Quiero…, llorar de alegría
al ver que el más pobre
come cada día.
Quiero…, tantas cosas,
que por querer, yo quisiera
que cual mariposas,
volando se fueran
el mal y mil formas
de azote a las tierras.
Y al Dios sordo pedirle unas cosas:
que oiga a quienes claman,
¡y que no haya más guerras!
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