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Aquel día recordé lo importante que es hablar con las personas, estar siempre cerca de ellas, nunca sabes cuando te van a necesitar o cuando las vas a necesitar, porque al fin al cabo todos nos necesitamos. Julita era una mujer mayor que vivía en la puerta contigua a la mía. Llevábamos juntas mas de 15 años de vecinas y jamás podía haber imaginado que le tocaría a ella, en poco tiempo había perdido la ilusión y la cordura, en algunos momentos te hablaba de cosas que no tenían sentido. Había pasado de ser una mujer mayor, pero, independiente y libre a vivir acompañada de una señora que la cuidaba, le daba de comer, y estaba todo el día con ella, para que no le pasara nada.
Hasta entonces había vivido siempre sola con su marido pero un día de repente, se quedo sin esa persona que amaba tanto, su marido se había caído, llevaba la cadera partida antes de la caída y no se había dado cuenta, y a causa de ello y otras complicaciones de la edad en pocos días nos dejó, la verdad es que fue fatal.
Julita en los últimos tiempos discutía con su marido continuamente, se decían barbaridades pero cuando murió Tomas ella lo paso fatal, yo quizá no comprendía como hablaba de Tomas, y como lloraba por su perdida, entonces me di cuenta de lo que las personas podemos llegar a amar y perdonar todo lo malo que nos ha podido pasar con alguien que realmente es nuestra alma gemela. Pensando en las ultimas semanas las cuales se las habían pasado gritando, insultando y diciéndose barbaridades, pero luego lo entendí, ella se estaba deteriorando por la enfermedad que tenía, no era ella, no se acordaba de la mayoría de las cosas, ni de la mayoría de la gente que la rodeaba, pero su carácter simpático y amable estaba dentro de ella, cuando tenia sus buenos momentos de lucidez solo sabia hablar de Tomas, de lo que lo echaba en falta.
Algunas tardes cuando salía a la galería a tender la ropa y ella me oía salía al tendedero y hacia como si cogiera o tendiera la ropa, que no había, simplemente para tener una pequeña charla porque seguramente ahora no hablaba con nadie, había veces que decía que le gustaba mucho hablar conmigo, contaba que cuando era joven había sido maestra, y la verdad es que se notaba, tenía una educación exquisita.
Por las tardes estaba asociada a un club de cartas, jugaban al cincuenta y uno, se jugaba en parejas y hacían campeonatos, ahora ya no puede ir, también decía que muchos domingos iba a misa, ahora tampoco la he visto salir los domingos, la señora que la cuida, Mirta, la saca a pasear un rato, cuando hace buen tiempo.
Mirta es una mujer Croata, que tubo que venir a España a ganarse la vida porque en su país no podían comer, allí dejo marido e hijo. Es una mujer corpulenta, rubia, y por sus rasgos de joven debió de ser una belleza, con aspecto de buena persona, casi no habla español, pero en el tiempo que lleva aquí a mejorado bastante, le cuesta hablarlo pero lo entiende todo. Ella cuida de Julita, es una buena mujer que la trata como si fuera su propia madre, desde que esta con ella Julita a engordado varios kilos. Cuando murió su marido se quedo como un palillito, no comía, y en poco tiempo su aspecto paso a ser penoso, pero gracias a Mirta hoy no parece la misma, suerte que está persona tiene mucha paciencia y la debe de querer, creo que hay poca gente que cuide personas mayores como la cuida y trata Mirta.
Hace unos días salía a tender la ropa y Julita salió también, empezó a preguntar por mis hijos. Yo solo tengo uno de veinte años, pero ella preguntaba por mis hijos pequeños, yo le seguí la conversación, no quería que se ofendiera si le decía que no se acordaba de mí, siempre pregunta por mí, por mi marido por mi hijo, en los momentos de lucidez, pero cuando pierde la memoria, debe de pensar que soy otra persona.
Me recuerda mucho a mi abuela, quizá por eso la he querido recordar, mi abuela ya no esta aquí con nosotros, pero cuando veo a Julita me recuerda a mi abuela, de distinta forma pero creo se parecen bastante, ojalá esas personas que son tan dulces lleguen a estar juntas y se puedan contar sus historias de juventud y nos les falte la alegría con la que la contaban cuando estaban entre nosotros.
Julits me contaba que cuando era pequeña se iban a la casita que tenían en Cubelles, allí pasaba el verano, con su familia, y se divertía mucho. Luego de mayor se iba con su marido a principios de julio hasta septiembre, estaban jubilados y tenían todo el tiempo del mundo, pero ella decía que todo el año allí no podría pasarlo.
Ahora ya no podía irse de vacaciones, su vida se estaba apagando y para poder demostrar algo ella se revelaba contra todos, contra las personas que más la quería y las personas que estaban a su lado, yo la oía gritar a Mirta y salir a la galería cerraba la puerta dando un fuerte golpe para que le oyeran, y supiéramos que estaba realmente enfadada, eso quizá en su interior le hacia feliz.
Cuando la oía a veces yo salía a la galería disimulando para hablar un poco con ella, aunque sabia que siempre decía lo mismo, siempre las mismas preguntas, y siempre las mismas respuestas, pero ella era feliz de encontrar en aquel corto espacio de tiempo alguien que hablara con ella debía de tener alguna clase de beneficio para ella.
La vida te enseña muchas veces cosas buenas que ha veces rechazas o creerías que jamas las pudieras realizar, no os habéis parado a pensar cuantas veces hemos dicho:
Yo, jamas haría esto, yo jamás diría aquello, yo jamás permitiría esas cosas…. y sin darnos cuenta todo eso que hemos detestado o negado lo hemos hecho o nos lo hemos encontrado en nuestra vida.
Me acuerdo muchas veces de mi abuela, odiada por unos y querida por otros, todo depende de lo que te haya tocado vivir en cada momento con esa persona o lo que tu crees de esas personas.
Yo a Pura que así se llamaba no la trate mucho, de pequeña si que cada año recuerdo que venían mis abuelos a estar con nosotros largas temporadas, éramos siete hermanos y mi madre no podía con todo, pero eso fue durante un corto periodo de nuestra niñez me hubiera gustado tener realmente unos abuelo, como mucha gente tiene, ese cariño que te dan ellos, ese amor es diferente a cualquier otro.
De mayores solo los veíamos en verano en casa de mi madre que iban a pasar algunos días o en casa de mi tía donde fue a vivir hasta su muerte.
Pura, era una mujer con orgullo, tenia ese don de mando con que nacen algunas personas, iba siempre impecable, se parecía a Bette Davis, hasta en los ojos, que con su vejez se fueron apartando de ella.
Parecía que querían escapar de todo lo que estaban viendo, se iban apagando como su dueña, el sufrimiento de toda una vida se notaba en su rostro, y en su mirada.

Pero habían sido en su época unos ojos preciosos y alegres. Después de pasar por una cárcel, haber sido apaleada por sus vecinas en la guerra civil española, haber tenido que
dejar a una hija recién nacida con los abuelos paternos y regresar después de siete años a recoger una hija que no la conocía. Todo eso se lo llevó ella a ese mundo que dicen que hay después de este, ojalá ella este entre algodones, entre ángeles buenos, por que no creo que nadie sea malo por naturaleza.
Creo firmemente en las personas, y sobre todo en las personas grandes, grandes de edad, grandes de corazón, y sobre todo de comprensión. Y creo que son esas las de noventa, años las personas que más nos pueden enseñar a vivir, aunque nos parezca ridículo y que están anticuadas, cuando llega a una cierta edad estén en el año que estés y por mucho progreso que haya, te llegas a decir: ¡ Que razón tenían!.
Este pequeño relato esta dedicado a esas grandes personas que estén ahora con nosotros o se han marchado, creo firmemente que si solamente durante unos minutos al día nos acordamos de ellas, estoy segura que ellas estarán vivías, allí donde estén y si nos pueden ver o oír, creo que les daremos mas vida.
Ojalá nos acordáramos más de todas esas personas que ya no están con nosotros, porque ellos también vivieron, padecieron y sobre todo amaron, amaron mucho, exteriormente o interiormente, pero amaron.
Este pequeño relato, sin importancia está dedicado a esas Puras, a esas personas que se fueron solas, pero, que aquí en la tierra siempre hay alguien que las recuerda, siempre iluminará y prenderá esa llamita de esperanza de volver a reencontrarnos algún día.
EN MEMORIA DE PURA TAULES, UNA MUJER GRANDE QUE JAMAS OLVIDARE, A PESAR DE SUS ERRORES, SUS EQUIVOCACIONES, PARA MI FUE MI ABUELA.



Texto agregado el 02-11-2006, y leído por 96 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-11-2006 Un buen relato!...muy tierna la historia de Julita, y la paciencia de quien la narra y la dedicacion con la cual hizo...escribio esta joya de historia que aqui veo, cinco estrellas de me hacen poco para tan buen trabajo, y mas porque me recordo a mi querida abuela Elisa. Felicidades!!! gfdsa
 
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