Sin complemento
no hay totalidad.
La noche se sitúa entre los labios y las luces se convierten en querellas afónicas reflejadas en los ojos. Con un par de bailes no se obtiene mucho, ni dinero ni calor; pero se puede abrazar el instante, encomendarse a giros y trabadas para olvidar, bueno cuando se puede, cuando no uno platica de las parejas, las putas, del trabajo jamás. Lucy suele reclinarse hacia un lado mientras cruza la pierna y en un suspiro afirma lo mucho que ama la música, incluso ver bailar. Porque uno disfruta venir a ver charlar un poco con los amigos, escuchar con atención las letras entre un par de tragos, y se alisa la falda para que no se vea arrugada si la sacan a bailar. Yo le sonrío, le he sonreído siempre, cuando llegó sin conocer a nadie y me usó para colarse y conseguir un lugar en la mesa, cuando me hizo perder el tiempo al tratar de enseñarle algún paso, aún cuando al darle la espalda me apuñala. Pero se conoce de todo cuando te adentras un poco en este ambiente, y valga que estoy involucrada hasta el cuello en estas noches que atrapan mi necesidad por expresarme, esa angustia que me doblega y expone a este grado de afectación que se convierte en desesperanza porque ves la hora, ves la gente y escuchas la música y te sabes que la milonga está por terminar y comenzar la cruda, la cruda de tango que dura al día siguiente y al otro y el otro, pero el miércoles o jueves comenzarás de nuevo a pensar que la vida es una búsqueda constante, a veces desesperada que nos hace atorar el tacón en la misma grieta, por alguien que complemente. Y es que en el tango, por su naturaleza se podría pensar que el clic sería estruendoso y reviente en un gancho o –mejor aún- en un final...pero no es fácil, cada persona es un mundo, un modo distinto, hay quien va de prisa y se adelanta, quien va despacio y no avanza, quien cree que está solo en la pista y no le importa su pareja, no se fija en los demás y embebido en su soberbia lastima a su paso...todo es diferente aunque la música sea la misma, la misma que – Lucy y yo lo sabemos- anuncia terminara la milonga de hoy. Pero quise darme una oportunidad más esta noche, así que cuando su mirada me invitó a bailar sonreí y me levanté a su encuentro. Apenas me abrazó la emoción se fue a los talones. Cerré los ojos casi toda la ronda. Sin mas gracia que el acuerdo ecuánime, sin pasión en la mirada, las manos o los dientes, sin calor en la cintura bailé. El arrastre veloz de los zapatos por la duela, los ganchos y los giros atraparon la atención, quise pensar que había una posibilidad pero cuando sus pasos me llevaron a perder mi propio ritmo supe que no encontraría nada.
Es que esta angustia es crónica, apenas y me digo entre dientes cuando regreso a mi lugar, donde Lucy con una sonrisa recalcará lo lindo que bailo mientras se alisa la falda esta noche.
Patricia García
Octubre 2006
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