Los dos caminaban tranquilos entre el bullicio de la gente, cogidos de la mano. Ella, con el rostro algo serio, pues iba a ver a gente que no conocía personalmente, ya que él apenas le había dado algunas referencias, aunque sí le había comentado diversas vivencias con la persona que los había invitado, y la verdad es que no le hacía mucha gracia acudir a aquella celebración, pero lo había hecho por él, que deseaba presentarla como nueva pareja, tras el disgusto y desengaño sufrido con su anfitriona.
Por fin llegaron a la casa en la que se celebraba la fiesta, y él llamó al timbre. Cuando la puerta se abrió, una figura femenina muy bien arreglada apareció en el recibidor, sonriente al verlo a él, aunque la sonrisa pareció helársele al verla a ella...
"Hola Su - le dijo al tiempo que le daba un amistoso beso en la mejilla, para presentarle a continuación a su acompañante: "Ésta es Ceci, mi nueva pareja"
Ambas mujeres se saludaron cortesmente, aunque parecía notarse ya cierta tensión en el saludo.
Entraron los tres en la vivienda y pasaron a un salón, adonde ya habían llegado casi todos los invitados, siendo la gran mayoría conocidos de la pandilla que se formaba todos los veranos.
"Hola Manu", le saludaban todos, a los que éste, nuevamente, les respondía presentándoles a su pareja : "Ésta es Ceci".
Poco a poco, el ambiente se fué tornando distendido, mientras iban tomando algunas copas, o picando de la bandeja de canapés que, de vez en cuando, le ofrecía Su.
Ceci, al principio, estaba un poco cohibida, ante tanta gente desconocida, pero al cabo de un rato se fué contagiando del alegre ambiente, no tardando en integrarse en el mismo.
Cuando Su pasaba delante de ella, solía dirigirle una extraña mirada, mezcla simultánea de curiosidad y resentimiento, que parecía transformarse en cierto despecho cada vez que miraba a Manu, lo cual a Ceci no le pasó desapercibido. Su intuición le decía que aquella persona tramaba algo, lo cual hizo que se pusiera en guardia.
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Manu le había contado algunos detalles de la historia que había vivido con Su, a la cual había ayudado en difíciles momentos personales, y de la que había estado sinceramente enamorado, a pesar de las circunstancias de alcohol y sexo sin freno en las que Su se había sumergido, para desahogarse de un desengaño amoroso.
A cambio de aquella ayuda, ¿Qué había conseguido Manu? Simplemente: Nada.
Sus intenciones siempre habían sido serias y sinceras, estando dispuesto a correr un tupido velo sobre el turbulento pasado sentimental de Su, dándole incluso a elegir la forma en que comenzar juntos una nueva vida.
Ella en cambio no hizo otra cosa que jugar con sus sentimientos, dándole esperanzas de algo que nunca había pensado cumplir. Parecía como si el desengaño sufrido hubiese endurecido su corazón, creyéndose con derecho a jugar con la buena fé de quien le tendía una mano para ayudarla, sin pararse a pensar en lo peligroso que ello podía resultar.
Paradójicamente, al cabo de un tiempo, Su había vuelto con su antiguo novio, a pesar del daño que aquél le había causado, dejando estupefacto y amargado a Manu, que nunca se había esperado aquello.
Su tuvo mucha suerte de que Manu no hubiera reaccionado de forma violenta, tras sentirse ridículo y manipulado, pues podría haberse desencadenado una auténtica tragedia...
Al principio, Manu intentó convencerla para que dejara a su antiguo novio, que tan mal se había portado con ella, pero no hubo forma, en cambio Su no dejaba de coquetear con él, creyéndose que permanecería siempre a la espera de una nueva oportunidad, como si ella fuera su único objeto de deseo.
El contacto entre ambos se seguía manteniendo, por formar parte de la misma pandilla, lo cual a ella le venía muy bien para seguir jugando a su capricho con los sentimientos de Manu.
Sin embargo, al poco tiempo de todo aquello, Manu había conocido de forma casual a Ceci, mucho más sentada de cabeza que Su, más altruista e inquieta espiritualmente y con el alma llena de deseos de justicia.
Aquella amistad fué poco a poco derivando a un sentimiento más profundo, y plenamente compartido entre ambos, decidiéndose al fin los dos a salir formalmente como pareja.
Quiso también el azar que, al poco tiempo, Su celebrase su cumpleaños, invitando a su casa a todos los miembros de su pandilla, los cuales podían ir acompañados de su pareja, aunque cuando hizo esta indicación le echó a Manu una curiosa mirada, mezcla de picardía y provocación, que a él no le pasó desapercibida.
Es cierto que le había dicho a Su que había conocido a una chica con la que había empezado a salir, pero ella creía que lo decía para hacerse el interesante, convencida de que seguía tras ella.
A Ceci no le había hecho demasiada gracia acudir a aquella reunión con Manu, pero sacrificó su sentimiento interior por él, aunque decidió estar alerta por si Su intentaba algo, pues no estaba dispuesta a que siguiera haciendo daño.
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Durante la reunión, viendo que Su iba muy atareada atendiendo a los invitados, Ceci se ofreció a ayudarla. Al principio Su la miró con una expresión de cierta sorpresa, mezclada con curiosidad, `pero accedió a que la acompañara a la cocina, a preparar algunos canapés y bebidas.
Cuando estuvieron a solas, lo primero que Su le preguntó fue: “¿Cuánto tiempo hace que sales con Manu.?”, a lo que Ceci respondió: “Tres meses, más o menos.”
-Vaya -respondió Su- que callado se lo tenía.
-Bueno – replicó Ceci- yo entiendo que su vida sentimental es algo muy privado y no tiene porqué ir aireándola por ahí.
- Si no lo digo por eso. Es que yo creía que…
-¿Qué?
-Nada, cosas mías, pero…¿Qué tal os va?
-Estupendamente. Compartimos muchas ilusiones, inquietudes y sueños. Es una lástima que no nos hubiéramos conocido antes. A mí, Manu me resulta una persona muy sensible y detallista, aunque a veces tenga ideas algo excéntricas, pero eso es parte de su encanto.
-Desde luego, detallista sí que es, aunque creo que él piensa que el amor de una persona se puede comprar con regalos.
-Perdona Su, pero el verdadero amor no tiene precio. Ni se compra ni se vende. Se ofrece de corazón, y es preferible rechazarlo cortésmente antes que jugar con unos sentimientos sinceros como los suyos. Si hace un regalo es, simplemente, por ver un poco de felicidad en la cara de quien lo recibe. Ni más ni menos.
-Vamos Ceci, no digas eso. Todos en este mundo tenemos un precio, y yo me considero muy cara. Es cierto que yo he sufrido mucho en el tema amoroso, pero eso me ha servido para curtir mi alma, haciéndome afrontar con toda rudeza la batalla diaria que es la vida.
-Entonces…¿Para ti todos son enemigos?
-Yo no he dicho eso, pero llega un momento en que esto es como una selva, en la que o comes o te comen.
-Sabes perfectamente que Manu no es así. Él es de los que opinan que el hombre es un ser libre, y que la mejor filosofía de la vida es el “Vive y deja vivir.”
-Manu siempre ha sido un romántico muy idealista, y así no se va a ninguna parte hoy en día. Hay que saber acoplarse a los duros tiempos que vivimos, en los que los términos “honor”, “palabra” o “afecto” han quedado obsoletos e inútiles.
-Eso será para ti, pero no para Manu ni para mí.
-Bueno, da un poco de tiempo al tiempo y ya veremos lo que pasa.
-Pero…¿Por qué eres así? ¿Por qué has sido así con él? ¿No te has dado cuenta del mal que le has causado al jugar con sus sentimientos? ¿Acaso él se ha portado contigo mal alguna vez? ¿Te ha hecho alguna proposición deshonesta? Yo creo que no. De todos los hombres que has conocido, estoy segura que es el único que no te ha propuesto acostarse contigo.
Al oir esta últimas palabras, Su palideció un poco, pero siguió con ganas de polemizar, respondiendo:
-Realmente, él siempre se ha portado correctamente conmigo, aunque estoy segura que también me deseó alguna vez.
-De acuerdo, no lo niego, pero él quiso demostrarte que te quería de verdad, no por tu cuerpo, y que sus intenciones eran serias y sinceras. No quería que dijeras lo de “Todos los hombres sois iguales.”
-Es posible, pero cada uno es como es. Y si le he causado algún mal, no es mi problema, pues el debía haberse dado cuenta, ya que es una persona adulta.
Aquella frase fue la gota que colmó el vaso. Ceci no dijo nada más. Simplemente, se dirigió hacia Su y le lanzó un revés, con el dorso de la mano, a la cara de aquella casquivana mujer, que intentó esquivar el golpe demasiado tarde, logrando que, en lugar de en la mejilla, el golpe le diera en un ojo, haciéndola dar un grito de dolor, mientras soltaba la bandeja de canapés que llevaba en la mano, la cual cayó al suelo estrepitosamente.
El ruido debió oirse en el salón, pues se hizo un silencio sepulcral.
Sin mirar hacia atrás, Ceci se dirigió a buscar a Manu, que la miró sorprendido cuando le dijo: “Vámonos Manu, que este sitio no es para ti.”
Sin decir palabra, lleno de sorpresa, él la siguió y salieron de aquella casa, con paso algo apresurado, y fueron caminando en silencio un rato por la calle.
En un momento dado, ella se paró y le contó lo que había sucedido, mirándole a la cara con unos ojos cargados de una mirada extraña, mezcla de irritación y desahogo.
Manu le dijo: “¿Por qué has hecho eso?”.
Ceci, por toda respuesta, lo abrazó mientras le daba un cálido beso en los labios, como queriendo hacerle olvidar todo lo que había sufrido anteriormente, para después decirle: “Por ti, por todo el mal que te ha hecho después de cómo te has portado con ella. Por su cruel manera de jugar con tus nobles sentimientos. Ella se lo merecía.”
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