Capítulo 12
Alas Para Soñar
Gabriel tomó el anillo que guardaba en su bolsillo y procedió a ponerlo en su dedo índice, luego extendió sus brazos hacia los lados, miró hacia el cielo, juntó sus manos y las elevó lentamente, su cuerpo temblaba y en forma inconsciente sus labios pronunciaron la siguiente plegaria: Venid, oh Ditirambos sobre estos yermos nace la luna, el alma emerge en soles nuevos en estos caminos. Sobre el primario mi lucha comienza, Icaro y Dédalo abran la doble puerta hacia el inicio. ¡Ditirambos!, Padre e hijo, la fuerza, lo perfecto contra lo imperfecto, el rayo luminoso que todo lo crea, con tu energía dame alas, porque alas necesito…
Un rayo emergió del cielo hacia el anillo, como un bramido se hizo eco como un trueno, luego un silencio y voces celestiales emergieron… un estampido de estrellas pintó el universo, dejando caer un intenso brillo luminoso sobre el niño. Su cuerpo levitaba en medio de una nube, mientras copos de nieve pintaban de blanco el paisaje y daban forma a bellas alas que poco a poco se iban tejiendo. Cesó la nieve, los soles alumbraron pintando el cielo en blue, suavemente el cuerpo del niño quedó tendido en el suelo. Pasaron segundos quietos, despertaron sus ojos con la voz suave del viento atrapando un recuerdo en su sonrisa. Entonces se sintió distinto… Al levantarse, desplegó sus alas y remontó en su vuelo, sintió la brisa tibia sobre su rostro, llegó hasta las nubes que acariciaron sus cabellos, sus ojos volaron al infinito y al cerrarlos se sintió libre, por un instante se atrevió a soñar, a descubrir en las alturas nuevos paisajes mágicos, hasta que sus ojos y el infinito quedaron impregnados sobre el mismo cielo, aquel que brinda la libertad de los sueños. Volaron sus sonrisas y se hicieron ecos, pero mas allá, se había atrevido a vivir con sus sueños. Se atrevió a soñar y a pintar aquellos minutos con arcoiris de colores, mezclados con el sabor de una sonrisa aromatizada con la fragancia de su alma y con el arrullo de la caricia de un viento tibio… se atrevió a soñar, se atrevió por unos instantes a vivir cada momento nuevo, cada segundo como si fuera el primero, a pintar sus ilusiones, a volar sobre el infinito y descubrir en cada aventura mágica nuevos horizontes....
Gabriel se posó sobre una nube, su mirada se abrió hacia las estrellas, en su pupila se dibujó el paso de un cometa y en silencio pidió un deseo… entonces las estrellas lejanas se transformaron en hadas luminosas que llegaron a jugar junto a él, a jugar con sus sonrisas, soplaron sobre las nubes y formaron una bandada de ballenas que volaban en un mar de emociones, hasta que el cansancio atrapó sus sueños y Gabriel acurrucado en una nube se quedó dormido…
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