La bañera desbordándose, un cuerpo sumergido, me detengo a observarlo! Que debilucho! La vida es tan frágil. Lo abandono, camino por la casa, que gusto tan fino. La ultima habitación, la maquina de escribir, me siento y hago un informe sobre la nada, me canso del cansancio en los dedos, finjo que los quiebros, enciendo un cigarrillo. me entretiene el humo. Me acuerda a la casa de mis sueños, es la de mi infancia, sepultada en el cementerio de nostalgias. El cenicero me mira con indeferencia, me levanto y le doy la espalda. Le espió con mi octavo sentido, se ríe y telepáticamente me abraza. Camino con el en la mano, ahora por la sala, veo la foto de una extraña de apariencia familiar. Es mi esposa dormida en la cama. Un perro ladra en mi conciencia. Le ladra a una artimaña. Me miro en el espejo tan solo veo el reflejo de mi alma, vieja y cansada. Camino a la bañera, me siento… me falta el aire, saco mi cabeza mojada. Lo juro, creí ver mi cuerpo, que junto a mi se sentaba.
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