Con todas las luces sobre el cuerpo.
El alma mutilada.
La sanguinolenta espera de la herida.
Y palabras que no salieron de su boca.
De su muslo apretado.
De la asfixia.
De la hediondez de la desdicha.
Las luces se apagaron
Quedó su pelo blanco al viento.
Los ojos envueltos en seda.
El chillar mortecino
Y el opio esparcido en su piel blanca.
La droga inyectada en las venas sucias.
Albas y apretadas.
Damián era su nombre.
Escuchaba música negra
A veces se moría delicado.
Porque dentro de su cuerpo
Una mujer lloraba
Y disfrazado de belleza.
Se rendía en la espera de ser otro(a)
Simplemente moría.
Texto agregado el 01-11-2006, y leído por 116
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
27-03-2007
Sigue como estás y mejor que si no vas a terminar como los demas. Solo_por_ti
01-11-2006
"la sanguinolienta espera de la herida";"a veces se moría delicado".
seguí por ahí, que si encontrás más imágenes como éstas, ya empiezo a aplaudir. sos etéreamente visual. merlina
01-11-2006
tu poema cambia muchísimo al final, la calidad del principio no me gustó el_hada_perdida
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