Olas de atardecer nacían...
yacía el secreto dormido,
encarnada toda adrenalina
aún irrelebante en su seno.
Consumido de ira y dolor
en aquel recuerdo manifiesto
embriagó el dolor su alma
tupida de funesta y
desconcertante melodía...
La fiebre crecía
pidiendo clemencia, rogando
silencio por el dulce despertar
de aquel tesoro olvidado;
porque no renaciera de él
encarnado el dolor del sentimiento.
Y el día no ha oído la plegaria...
¡Sea mi ocaso la noche de mi muerte!
Sea... todo ha cesado.
Alto el cántico lúgubre,
roto en pedazos el seno.
Cae la espina y abre
como encarnada flor Elethil
que ha sumido a los ángeles al
augurio de este infierno.
Texto agregado el 01-11-2006, y leído por 137
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
22-03-2009
me imaginé tu poema con dibujos de Victoria Francés, podía ser buen argumento para uno de sus comics, volver a lo gótico smpre me hace bien, saludos vihima