Un día me senté frente a un espejo y comencé a mirar mi rostro. Observaba cada detalle, cada gesto, cada característica que me convertía en mi y no en otra persona...
Al ir recorriendo mi cara me quedé detenida en mis ojos, y me di cuenta que estaba observando aquello con lo que me observaba (punto que llevó a mi memoria aquellos primeros años de universidad cuando una mañana leí un libro de Maturana, "El árbol de conocimiento", lindos recuerdos...) y comencé a pensar en que de distintivo tenían, porque muchas veces me habían dicho que tenía ojos hermosos... que delataban mis estados de ánimo... que mis ojos hablan de mi cansancio... que eran el fiel reflejo de mi alma... otras personas me decían que me reía con los ojos... otra persona un día me dijo que jamás olvidaría aquella mirada escalofriante que recibió de mis ojos... recordé como mi madre reconocía en ellos cuando no era totalmente honesta (al delatarme de alguna maldad de niña)...
Pero seguía aquella pregunta en el aire... ¿qué tenían mis ojos de especial? No habían respuestas evidentes, más aún, no sabía si las habrían a mi pregunta.
Comencé a pensar en que si esa respuesta estaba en mi o bien en aquellos ojos que miraban los mios. Pero ahí, en ese momento surgió en mi un torbellino de preguntas... ¿quién mira mis ojos? ¿existe un alguien que quiero que mire mis ojos? ¿quiero que miren mis ojos? ¿por qué mis ojos? ¿son mis ojos un objeto de vanidad? ¿por qué mis ojos??
Bueno, aún no he resuelto ninguna de esas preguntas, pero hoy surge un nuevo cuestionamiento en mí... ¿qué quiero que miren mis ojos?