Un día despertó sobre la fina suavidad del cartón muy cerca de Bellas Artes, miró sus manos y eran alas de color negro, sus pies no habían cambiado, su cara sí. Aturdido de su cambio corporal, decidió mirarse en el primer vidrio de bus que se estacionaba justo en la acera que empezaba a ser su hogar.
No podía creerlo realmente su cara había cambiado, ya no le preocupaban su alas, el rostro era la presentación primordial ante su mundo, sus ojos negros eran negros, no tenía cejas y las pestaña estaban pegadas a los parpados, la nariz era tan oscura como su cara, su boca verde, pero sus ojeras eran blancas.
¡Y las alas! Las alas negras largas y de mal olor, estorbaban a los que bajaban de aquel espejo bus. No sabía si volar o correr para escabullir de aquel engaño de sus ojos, pero decidió preguntar a los transeúntes de aquel lugar qué veían en él.
El temor que causaba era tal que nadie quería escuchar ni una sola palabra de su boca. Notó entonces que su voz había cambiado, era ruda y aguda . Se preguntó ¿Quién fue el culpable de esta mentira este no soy yo?, y regresó al lugar donde había despertado, pensó que allí todo volvería a la normalidad, pero no fue así, espero horas, hasta que su estomago súbitamente le habló y el dijo- No temas soy tu único amigo te acompañaré siempre que me alimentes, sabes que no soporto los jugos gástricos y el sonido de gases aturde mis paredes. Asombrado de tal declaración estomacal, corrió cuadras tratando de despojarse de lo que ya pensaba era su locura, los gritos acompañaban su andanza, todos se apartaban mientras el preguntaba ¿Quién fue el culpable de esta mentira, este no soy yo?.
Así pasaron los días él corría y gritaba, nadie entendía su preocupación, pero tampoco a nadie le interesaba. Una noche cansado de emigrar se sentó a la entrada de una panadería, frente a él había un contenedor de basura, su estomago le decía, ve allí por favor me muero, ahí podrás encontrar algo para calmar mi angustia. Se acercó, y abrió con su boca y sus alas aquella bandeja de suculentos alimentos: residuos de muchos almuerzos, combinados con papel tóalete cervezas y unas cuantas colillas de cigarro.
Calmado su estómago, comenzó una conversación extendida acerca de la sobre- super-vivencia callejera. Él escuchaba atentamente sus instrucciones: debes volar, cuando puedas inténtalo, así calmarás la angustia de no culminar tu misión terrestre, para ello tienes el don de las alas, sólo que debes estimularlas con un poco de hierva de la buena o polvo blanco, o si prefieres todo tipo de licor que sobre en las botellas tiradas de cualquier licorería.
Si encuentras parecidos a ti, ayúdales, pero no les des confianza, podrían apropiarse de cuanto vayas encontrando en tu camino. Y de aquellos que eran como tú, ignora sus miradas y palabras, ellos te temerán por siempre. .
Se preguntó nuevamente, quién fue el culpable de esta mentira este no soy yo, pues sí lo eres, y no creas que el culpable ha sido otro. Eres tú. Es cierto se suman algunos elementos, ajenos a ti como la inflación, la violencia, la corrupción, el individualismo, el acaparamiento mercantil y no pararía, pero allí esta otro contenedor de basura, anda a echar un vistazo, los sueños se han vencido.
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