Eterno retorno, EternoCronopio
Acaso no es la niñez, el comienzo y final de todo,
el eterno e inexorable retorno es prueba suficiente.
Describe Carpentier* la efigie del regreso,
mediante vehementes ilusiones temporales,
diferentes vicisitudes del fausto racconto.
Nosotros también somos faustos seres de ese caos,
pero por menos de tres peniques debemos prosternarnos
ante la quimera de la secuencia cronológica.
Recusamos que nuestra indócil alma
pertenece a ese desorden de regresar,
y pretendemos siempre hallar principio y final.
¡Qué dislate es éste, Dios mío!
que no vemos la evidencia del ciclo,
que perpetramos la santidad del espacio-tiempo
y nos dejamos embelesar por una línea recta,
donde Aquiles nunca adelanta a la tortuga.
Pues yo les digo, confidentes amigos,
me he cansado de este acre destino ontológico,
he renegado del orden que dilacera mi corazón
y he regresado,
he vuelto para ser eternamente neonato,
Para ser un “EternoCronopio”.
* El cuento citado es viaje a la semilla de Alejo Carpentier.
Creo que el texto explica el porqué del nuevo nombre. Te agradesco, Newen, por animarme a develar este sentimiento, meses atrás. |