Ese fue un día como otros, como otros me desperté y desayuné la cena. Como otros salí a pensar. Como otros sonreí ante la gente y como otros salí a caminar, cuando la noche empalidece. Fue en ese momento cuando sentí que alguien podía mirarme, en ese momento cuando observaba la vidriera de juguetes... esos juguetes que representaban tan bien mis anhelos. Mi garrote formaba parte de mi mano, aunque no pudiera ser observado… como mi valor.
Esas preguntas seguían dando vueltas.
Al comenzar a caminar, seguí sintiendo esa mirada tajante, profunda, ese aliento en derredor... ¿quien era capaz de seguirme? ¡Yo era el mas fuerte! Ahora, luego de los años, se que era “el miedo”. Mi paso comenzó a acelerarse al ritmo de mi corazón, hasta llegar a un lugar extraño, en el que todo era familiar... y a su vez desconocido.
No tenía sentido aquel lugar, mis ojos nada podían ver, solo unas estrechas paredes por las cuales apenas podía avanzar con dificultad.
En un momento me invadió un gran miedo. Un miedo tal, que decidí sentarme y cubrirme con ropas viejas abandonadas, pero limpias. De pronto y cuando una lágrima de terror asomaba por mi ojo derecho, sentí un profundo dolor de cabeza, un dolor tal que con tan solo leerlo de ser posible, tendría el mismo efecto en usted.
Esas preguntas seguían dando vueltas.
El día tardaba en llegar y el clima no se decidía, lo cual me estaba haciendo daño. Había notado algo extraño, algo que me sorprendió. Eso era que la única persona que veía desde hace varias horas… esa persona era mi última víctima. Perdón, señor lector, hay algo que omití… o mas bien no quise comentarlo. Ese aliento si se de donde venía, ahora lo se. Cuando lo miré no sabia cual sería su reacción, pero no me sorprendió. Instintivamente trató de defender su integridad, pero no tuvo oportunidad ante mi segundo golpe. Sigo sintiendo pena, pero sigo conviviendo con esta necesidad de asesinar.
Pero, esas preguntas seguían dando vueltas.
De pronto comencé a sentir la necesidad de ver gente, pero siendo recién el amanecer, no se divisaba nadie sobre el horizonte. Nadie había quedado, con un solo golpe pude eliminar a tanta gente… ¿tanta gente había?
¿A quienes esperaba ver?, aún no lo se.
Mi vida llega a su fin y ya nada parece tener sentido, a no ser por supuesto, yo… yo que solo tengo 10 años de edad. |