Te voy a contar un secreto. Por favor, prometeme que no se lo dirás a nadie. No es de mi agrado que comenten mis experiencias personales, aún en un mundo tan avanzado y superficial.

Corría el año 1789...

- Mamaaa!!! Mamaaa!!!! ¿Me escuchas?

Nadie me escucha, nunca, siempre tengo cosas interesantes para contar pero nadie me presta la mas mínima atención. No interesa, voy a seguir caminando aunque no sea en una gran ciudad con calles de piedra. Y el día me ayuda a hacerlo.

A veces pienso como será el futuro, en 100 años o más tal vez. ¿El cielo será el mismo o cambiará de color? ¿Seguirá tan alto como siempre? ¿Los caballos? ¿Que pasará si desaparecen? ¿Cómo hará la gente para ir de un pueblo a otro? Ah... lo sé... Tal vez aprendamos a correr más rápido... o sino los perros, ellos también. ¿Pero si desaparecen los perros? No... no creo que ellos desaparezcan, hay muchos.

Como me gustaría viajar en el tiempo, y conocer el futuro... a veces lo hago antes de dormir, trato de imaginarme pero no es sencillo.

No hay mucho para hacer en este lugar cuando tienes 8 años. Pero cuando sea grande e inteligente lo voy a lograr. Voy a ser el primer grande en viajar en el tiempo.

- Papa!! Papaaaa!!! ¿Me escuchas?.... papá!!! Voy a viajar en el tiempo, voy a ir al futuro!! Al año... no se, pero al futuro. ¿En que año estamos ahora?

Sentado en su mesa, sonriendo, al tiempo que se lleva la comida a la boca y con una mirada poco romántica, me dice:

- 1.800 creo, un poco menos.

- ¿Me ayudas a viajar al futuro? No puedo esperar a ser grande.

- Hijo mío, eso no es posible, cuando seas grande trabajarás para mantener a tu familia y no podrás viajar, aunque sea posible.

- ¡Si! Pero voy a trabajar de viajero, y voy a ser muy feliz!

Entonces esa noche casi ni dormí, mirando las estrellas por mi pequeña ventana por la cual podía mirar al ganado.

Les digo que si! Viejos tercos, ¿es tan difícil de creerme? Es pura envidia lo de ustedes... Sino ¿cómo creen que les cuento siempre?

- Lo inventas, como siempre lo has hecho, dijo Joaquín.

- Callate viejo borracho, dije.

Es mas, no me limité al 1900, sino que llegué a 1920! Un poco antes a decir verdad...

- Vamos a ver si es verdad, dijo el viejo terco: ¿a que olían los jazmines en ese año?

- Eh... no lo recuerdo, dije. No tuve tiempo de oler jazmines, pero pregúntenme otra cosa, por favor.

- ¿Los animales, que animales había?, Preguntaron.

- A decir verdad, no vi animales..., dije.

- Vete a contar mentiras a otro bar, viejo sucio.

Viejo sucio, les voy a dar... nunca me escucharon, no me escuchan y no lo van a hacer nunca. Al igual que en el futuro, todos se burlaban...

Si, sé lo que pasa por tu mente ahora y no es cierto.

Por eso que hoy, 3 de febrero de 2067 ya no tengo a quien contarle mas que a estas sucias botas, que desde entonces me acompañan y me arrepiento en lo mas profundo de haber conocido el pasado.