Mi abuelo,
Es un gran señor,
Posa su mano sobre mi cabeza,
Y su estatura advierte
una gran nobleza,
su negro cabello delata,
tan alta herencia,
negros cual hébano
pero ondulan al viento,
como caricia de ensueño,
ojos azules que miran al cielo,
pues no quiero que muera nunca.
Mi abuelo es,
Un marino de aguas turbulentas,
Que lleva su pena en proa
Y baja sus deseos de viento en popa.
No quiere nunca la guerra,
Sino caminar sobre la arena.
Mi abuelo quiere sentarse,
Está cansado.
Yo le miro, me enternece,
Me habla de sus glorias pasadas.
De cómo ha de moverse mi alma
Me aconseja.
No quiere que sufra,
No quiere que mi vida fallezca,
Quiere más bien que el tiempo se detenga,
Para cumplir con su real promesa
De “no morir nunca”,
¡Ay abuelo, mi amado abuelo!,
cuánto yo daría
Porque todo eso
Fuera cierto.
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