Al principio era una necesidad, como todo trabajo, ahora es sólo gusto y placer de hacer esta actividad. Aunque últimamente no me ha estado yendo muy bien.
He sido una de las chicas más codiciadas dentro del grupo de "consoladoras"; siempre me destaqué en la esquina en comparación con mis pares. Los autos paraban, veían mi pelo rojizo, mis medias color violeta y sin importarles cuánto cobraba, me habrían la puerta y me hacían entrar.
Ya han pasado años con esta profesión y con eso han pasado años por mi vida y sobre todo por mi cuerpo. Ya no soy la misma de antes, no estoy vieja, pero no tengo las mismas energías que en un principio.
Mi pelo ya no es natural y mis medias se rompieron en una de las tantas citas. Ahora sólo veo pasar autos, sin siquiera un piropo tirado al aire.
Estoy fea, ya ni siquiera me va bien en la peor profesión que existe, la más denigrante. Me conformo llegando a casa introduciendo el extremo de mi extremidad superior derecha en donde se expresa con mayor intensidad la lívido de mi cuerpo, aunque ni para eso ya soy buena, sino sólo véanme la cara. Y heme aquí, en lo mismo de todos los días.
No entiendo, tanto era lo que cobraba por mis servicios y ahora ni yo misma me puedo satisfacer. ¿Habré realmente satisfecho los deseos de mis clientes? Tal vez todo este tiempo estuve creyendo algo que no era, pensando que era la mejor dentro de todas las prostitutas.
Voy a buscar a mis ex-clientes, devolveré el dinero.