Hoy el humo de mi cigarrillo escribió tu nombre y dibujó tu sonrisa en el aire de mi habitación, quimera absurda y despojada de racionalidad que logró asustarme; fue extraño para una mente tan racional como la mía, pero mi corazón romántico disputó sus creencias con mi cerebro en una lid sin cuartel, haciendo gemir las trompetas el toque de a degüello en un ataque frontal y suicida; ¿El resultado?, El resultado fue que, entre los despojos de lucha, por sobre el humo y colores de un espectro sin igual, se levantó mi corazón sangrando y sudado, alzando la mirada, orgulloso, contento; y en un latido me dio a entender lo que allí sucedió, pero a la vez, hizo que me detuviera, ya que lo ingrávido de este sentimiento se toma de las manos con la ilusión, creando un clima de dudas del que no puedo salir.
Cuando te imagino, cuando te pienso, cuando te dibujo y sueño, no dejo de pensar en lo que hubiera ocurrido si hubiera llegado antes, unos años antes, una vida antes; no dejo de pensar en que podría dar un hombre como yo, que no tiene pertenencia alguna más que sus sueños por conseguir de ti una pista, una señal, una mirada, una sonrisa, una palabra, un...
... Dejaría en prenda mi alma a demontre por aprender de ti la magia que utilizas para encantar los corazones, sacarlos de los pechos, tomarlos con las manos y guardarlos en cofres de oro por la eternidad, quiero saber cual es el sortilegio oculto por siglos que hallaste para tenerme de esta forma, sin poder escapar de esta mente, de este corazón que más que amigo es una carcelero que no ha dudado en clavar su estaca al intentar huir de tu mirada, de sumergirme en tus labios, de amalgamarme en tu piel, de vivir en tu alma, de la maroma de tus cabellos, del brillo de tu céfiro, de tu sonrisa de negra magia angelical.
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