Ella, como todos los días, salió temprano para realizar las tareas para las cuales, creía estar predestinada antes incluso de nacer.
Sentía que su vida era solitaria, a pesar de convivir diariamente con cientos como ella, no lograba aceptarse como parte de los otros y decía para si, estar atrapada por las circunstancias sabiéndose muy distinta al resto.
Pensaba que todo lo que hacía era solo rutina, sin una pizca de variedad, siempre lo mismo. Nada nuevo que hacer. Salir de casa al exterior, ganarse el día junto a sus compañeras y volver con el fruto de su trabajo al hogar. Esos eran los máximos logros de cada día. Todo lo que fuera distinto a esto, no podía formar parte de su vida.
A pesar de lo mecánico de su existir, tenía sueños que ilusamente guardaba con ella a la espera que alguna vez se cumplieran. Su máximo anhelo, era salir de su entorno y liberarse de las cadenas que injustamente la ataban a su forma de ser. Esperaba hacer lo que ella quisiera y no solo lo que el día le exigía. Sentirse libre para ir y venir a su antojo por cualquier lugar, y no encontrarse siempre con los mismos en el camino, sino conocer a otros con los que pudiese aprender maneras nuevas de vivir. En fin, quería simplemente sentirse viva por primera vez y olvidarse de todo lo vivido hasta allí.
Con todos estos sentimientos y esperanzas salió sin sospechar que precisamente este, sería su último día. Tal vez ni siquiera se había cuestionado antes la posibilidad de dejar este mundo. Quizás por tiempo, jamás se imaginó esta hora, pensando que su rutina sería una especie de eterno castigo por un pecado que jamás cometió.
Pues bien, caminaba junto a las otras, cuando el aire se tornó irrespirable para ella, sintió su frágil cuerpo estremecerse como nunca antes y su vista se nubló completamente. Sin hacer grandes aspavientos, como fue toda su vida, simplemente cayó y dejó de existir.
Nadie lo advirtió, nadie la lloró. El mundo a su alrededor continuó su movimiento y ni siquiera alguien se preocupó de recoger su cuerpo. Solamente quedó ahí, junto a sus sueños, a la orilla del camino.
En realidad, no se esperaba que en una sociedad como en la que vivía, alguien hiciese algo por ella o por alguna de las otras que ese día murieron juntas, ya que únicamente era una más..., entre tantas hormigas como ella.
M.A.
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