Lo veo desde lejos, caminando con esa gracia y altanería tan de él. Verdaderamente un ejemplar admirable; honestidad, lealtad, sinceridad, amabilidad por supuesto; siempre con un toque de cortesía hipócrita, justo la necesaria para ser considerado "agradable". ¿Verdad que quieres ser su amigo? Conocerlo a fondo, compartir tus miedos y tus sueños con él; su comprensión siempre reflejada en esa mirada que te envuelve, que te dá seguridad... que te demuestra amor.
¿Acaso no es eso lo que todos ustedes buscan?
El tiempo nos ha distanciado; con que paciencia, con que precisión ha destruido todo lo que fui, o mejor dicho, lo que pude ser. ¿Acaso era un sueño imposible? ¿Una ingenua ilusión de...
No puedo creer que sigas perdiendo el tiempo con estas pendejadas, al grano.
Al final todo se resume a ésto: El es todo lo que yo no, el representa lo que yo quise ser. Yo soy lo que nadie quiere conocer, lo que él no necesita.
Eso cambia hoy.
Me lanzo a sus espaldas como un cobarde, al caer escucho un crujir de huesos. Mis uñas y mis dientes hacen el resto del trabajo, el cual no me toma mucho tiempo, tomando en cuenta que procuro tragarme cada pedazo de carne que poco a poco voy desprendiendo de su cuerpo muerto, de su rostro inexpresivo. El sonido de mis carcajadas ( que más bien suenan como bufidos) me causa una sensación de calidez maternal.
Me detengo.
Mis ojos ausentes; mi boca entreabierta en medio de una tibia mezcla de sangre, sudor y saliva. Veo a mi alrededor; y comprendo que al destruirlo a él, yo también he dejado de existir. |