Capitulo 4 El carcaj del fuego
Darglkan había escuchado hablar de Kadsuki y sabía que su cabeza tenía precio así que se sintió muy afortunado ya que no solo podría tomar la espada de Valdum sino que también daría muerte al ladrón fugitivo y podría cobrar la recompensa.
Es evidente que estás muy emocionado por tener la oportunidad de estar frente a frente con el rey de los ladrones –dijo kadsuki.
Devuélveme mi espada –exclamó Milhtred –no tienes idea de lo que puede pasar.
No te preocupes por tu espada –respondió Kadsuki –no la mancharé con una sangre tan vulgar como la de ese sirviente del falso rey.
Darglkan enfureció al escuchar las palabras del ladrón y de inmediato desenvaino su espada y arremetió contra él. Pero Kadsuki se defendió y comenzó la batalla. A la distancia se encontraban Sara y Milhtred como espectadores ante tan inesperada situación.
El filo de las espadas chocaba una y otra vez produciendo penetrantes sonidos, en realidad ambos contrincantes resultaron ser diestros en el arte de la espada. Al verlos Milhtred se dio cuenta de que lo único que lo hacia un buen guerrero era tener a Forthia en sus manos y aceptó el hecho de que no era tan hábil con la espada y quizá no estaba capacitado para convertirse en el nuevo portador de Forthia. El muchacho estaba absorto en sus pensamientos hasta que un terrible alarido de dolor lo saco del transé, entonces observó a Darglkan atravesado por la espada de Kadsuki.
Al parecer ese guerrero era como Caladar y no como Karlo –dijo Sara.
Milhtred asintió con la cabeza pero sin decir nada.
Kadsuki retiró su espada del cuerpo inerte de su adversario, sacó un pañuelo y limpió la hoja de su arma mientras daba media vuelta para situarse frente a Sara y Milhtred.
Bien, ya terminé con un obstáculo –dijo el rey de los ladrones –ahora quiero saber que es lo que tu harás.
Ya lo sabes –respondió Milhtred –te obligaré a que me regreses mi espada.
Kadsuki comenzó a reír, puesto que el muchacho frente a él no tenía oportunidad de vencerlo así que simplemente le arrojó la aljaba que horas atrás le había robado y le dijo:
Toma. En ese pequeño saco he colocado unas piezas de oro y algunos diamantes, creo que eso cubre además del valor de la espada el valor de sus jóvenes vidas, me entiendes muchacho, estoy comprando sus vidas y se las estoy obsequiando, no quiero matarlos, por favor simplemente sigan con su camino.
Lo siento –respondió Milhtred –pero no puedo aceptar tu oferta, por que esa espada es más importante de lo que te puedes imaginar.
Esta bien –reprochó Kadsuki –si eso has decidido pues que así sea, no podrás negar que les di una oportunidad única.
Ambos guerreros tomaron postura de combate y se vieron a los ojos, examinándose, buscando una debilidad en su oponente. Sara retrocedió y se refugió tras un árbol pidiendo y suplicando a los Dioses que protegieran a su hermano.
La batalla dio inicio, Milhtred atacaba con coraje, pero la experiencia de Kadsuki poco a poco se impuso, los movimientos del joven tenían vitalidad pero eran erróneos y predecibles para un guerrero del nivel del rey de los ladrones. Conforme avanzaban los minutos la fuerza de Milhtred disminuía y la superioridad de Kadsuki se hacia más notoria.
La espada del ladrón comenzó a herir el cuerpo de Milhtred, primero su brazo izquierdo, después sus piernas y finalmente la mejilla del muchacho sufrió un profundo corte.
Sara se aferró al árbol mientras lloraba por ver sufrir a su hermano, entonces escuchó una voz en su interior, una voz que la empujó hacia su equipaje que estaba tirado en el suelo, la niña parecía estar en un profundo sueño, y su cuerpo se movía por si solo.
Mientras tanto, la pelea continuaba, pero en un rápido movimiento Kadsuki logró derribar a Milhtred al tiempo que le propinaba una poderosa estocada en el hombro derecho, y fue tanto el dolor infligido que el muchacho dejo caer su espada. El rey de los ladrones se preparaba para dar el golpe final pero entonces escuchó a Sara gritando su nombre. Kadsuki se volvió hacia la chica y la vio con un carcaj vacío en su espalda y un arco en su mano izquierda, lo cual le pareció muy extraño.
Acaso has enloquecido pequeña –preguntó Kadsuki –deberías saber que además del carcaj y el arco necesitas flechas.
Las tengo –respondió Sara.
Entonces del carcaj emanó una flama mística que dejó atónito al ladrón, después de eso Sara situó su mano entre las llamas como si buscara algo, y las puntas de sus dedos se tocaron haciendo aparecer una flecha flameante la cual colocó en el arco y apunto con el en dirección a Kadsuki.
Semiinconsciente, Milhtred observó la proeza lograda por su hermana y pensó que tal vez estaba soñando o delirando ya que no comprendía como pasaba todo eso.
Finalmente la flecha fue lanzada por Sara y Kadsuki intento desviarla con su espada pero al hacer contacto con ella explotó en llamas.
En ese momento Sara volvió en si, y aunque estaba conciente de todo no tenía la menor idea de cómo lo había logrado además la flama del carcaj desapareció por completo. Confusa por la situación, la chica corrió hacia su hermano que estaba gravemente herido pero mientras intentaba ayudarlo a incorporarse pasó algo increíble; las flamas que rodeaban a Kadsuki se disiparon y él apareció con Forthia en sus manos.
Realmente me sorprendiste pequeña –dijo el ladrón –y debo admitir que estuve apunto de morir pero afortunadamente las leyendas son ciertas, y esta espada tiene poderes increíbles.
Tiene más poder de lo que te imaginas –replicó Milhtred –será mejor que la sueltes de lo contrario morirás.
Kadsuki comenzó a sentir frío y a cada segundo se hacia más intenso hasta que llegó al grado que sus manos temblaban demasiado por lo que no pudo sujetar a Forthia. La espada cayó al suelo mientras el ladrón retrocedía con lentitud pero sus piernas no respondían de forma adecuada por lo que sucumbió ante su propio peso.
Sara levantó la espada ventisca y de inmediato se la entrego a su hermano, entonces todas las heridas de su cuerpo sanaron mágicamente. De la misma forma, Kadsuki se recuperó pero ya tenía a Milhtred frente a él.
Acepto mi derrota –dijo el rey de los ladrones –y puedes disponer de mi vida.
No eres tan malo como yo pensaba –respondió Milhtred –estabas dispuesto a dejarnos vivir y solo puedo pagar tu generosidad haciendo lo mismo.
Gracias –exclamó Kadsuki –pero aunque no lo creas yo tengo honor y desde hoy pondré mi vida al servicio de ustedes dos, además parece que están luchando contra el falso Rey, entonces tenemos algo en común.
Así es –dijo Sara –nos dirigimos a la fortaleza oscura y si quieres puedes venir con nosotros.
Por su puesto que lo haré –respondió Kadsuki –tengo un asunto personal que debo saldar con el falso rey y todos sus viles sirvientes.
De esta forma Sara y Milhtred encontraron a un gran aliado que los ayudaría para cumplir con su misión.
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