La humildad es el mayor bien
que adorna a la humanidad.
Al ponerse de manifiesto,
bien cabe afirmar como cierto
que el sabio que más sabrá
más humilde se mostrará.
Él sabio conoce y sabe
que lo mucho que aprendió
apenas es ínfima muestra
de lo que por saber le quedó.
Además, lleva la humildad
implicita como colofón,
virtud que entraña bondad.

Contra humildad, la soberbia
siempre despiadada y cruel,
que presume de gran saber
siendo repulgado de este mal
el ser más torpe, cerril y lerdo.

Si soberbia une al poder,
el descalabro descomunal
que surge de tal conjunción
no alcanza meta ni parangón.

De ello cabe obtener conseja:

Busca siempre en tu amistad
amigo que atesore humildad.
Y jamás admitas ser amigo
de tonto, soberbio o presumido