Buscaba entre miles de páginas, revistas, libros, catálogos, la receta justa para cautivar los paladares esa noche. La afición por cocinar era común entre el círculo de excéntricos amigos que frecuentaba y que siempre conseguía, en cada lugar en el que vivió tuvo imán para atraer a junkies, dealers, mujeres histéricas y hermosas, izquierdistas de nombre y sin vocación, burgueses llenos de vacíos y excesos, creativos todos, aunque no obligatoriamente productivos, amigos que podría dejar de ver durante mucho tiempo sin perderles, algunos que podría encontrar en cualquier ciudad sin importar las horas de distancia entre ellas, andariegos.
No le convenció ninguna de las preparaciones que leyó, necesitaba algo más que musaka de berenjena o su famoso strudel de brócoli, nuez moscada, tomates, perejil, harina, aceites, vinagres, tomillos, paprika, jengibre, cebollín, eneldo... endibias, donde conseguir endibias a esas horas? tremendo lío, siempre intentó olvidar su delicado origen para sustituirle por uno un tanto mas ácido y aventurero, pero no lograba dejar de anhelar esa gran ciudad de supermercados abiertos 24 horas, sin reposo para la siesta y por supuesto, en funciones los domingos; la tarde se hizo vieja y la cocina seguía fría.
Fríos sus pies, desde la noche que compartió con el moreno ese, fue gracioso, pero nada que llevara mas allá a esta delicia, quizás lo mejor fueron los tragos, su famoso St. Petesburg (archer´s, malibu, vodka, jugos de piña y granadina, hielo), pero no los besos, a decir verdad esa noche no hubo un solo beso, mejor los tragos, si. La tarde estaba pardeando y resultaba inevitable desear un poquito de afecto. Qué prepararía? otra opción sería bajar al local de los turcos a comprar algo ya listo... mala idea, demasiados condimentos para las barrigas de dos o tres de los que cenarían esa noche.
Corrió hacia su cantinilla y después a la nevera, un toro bravo, claro, tequila dorado, crema de café y una bola de helado de vainilla, agitar, agitar, listo! Apagó las luces, cogió su bolso, con tremenda agilidad bebió el trago espeso y salió a cenar sola, en busca de nuevos amigos.
-Bien, conocerte ha sido un gusto…-
-lo mismo digo-
-espero verte pronto, que yo seguiré huyendo…-
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