Desde un cielo gris la ciudad
sintió venir la avalancha de agua
fragmentada en trozos que bocas-hombre
llaman gotas;
y las calles se le volvieron
un bagazo de pájaros ardientes
y
las mujeres andantes a esa hora
se quedaron para siempre
con los ojos blancos viendo
un espectáculo
del que no hay conciencia.
Y a esos pedazos de cielo aguado
que nos encomiendan
la carta perdida de todo el cosmos,
les llega el momento de muerte justo
cuando se encuentran con el concreto
melancólico en el que amantes
guardan secretos en tormentas de mañana;
y les llega la vida en el tiempo de la sinceridad
de una estrella a una Luna;
en el mismo ir y venir
de todo un orden-desorden
perfumado de azar oscuro.
Las gotas son el refrán diario
que hace reír a toda una temperatura
del cielo;
y creemos que son llanto,
pero ayer me enteré de que alegría fueron
y ciegas llegan a las pieles
para volver a ser risa.
Texto agregado el 27-10-2006, y leído por 99
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