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El Mundo de lo Divino

Bien es sabido que los hombres, desde tiempos inmemoriales, tienen la insana costumbre de inventarse dioses para explicarse todo aquello que no entienden. Es así como nuestro mundo de divinidades crece y crece a medida que más y más hombres inventan dioses, porque ellos nunca dejan de existir mientras exista algún hombre acá abajo que crea en ellos. Todo esto provoca que en el Mundo de lo Divino continuamente aparezcan dioses y, algunas veces, estos desaparezcan, lo que crea una dinámica bastante extraña, algo parecido a programas de televisión compitiendo por las preferencias de la audiencia.

Uno de los dioses favoritos en nuestros tiempos es el de la Buena Suerte, invocado millones de veces al día en todas partes del mundo. En algunos momentos, su popularidad es incluso superior a la alcanzada por los dioses creados por las religiones más antiguas, hecho que suele enfurecer a estas ancianas y manoseadas divinidades.

El Mundo de lo Divino está compuesto sólo por hombres desde hace milenios, ya que los grandes imperios que crearon a las diosas en sus épocas de apogeo dejaron de existir y ya nadie cree realmente en ellas. Algunos de los dioses más antiguos, como Lluvia o Trueno, aún recuerdan a las hembras, y recuerdan también lo complicada que era la vida divina junto a ellas. Como ya se habrán imaginado, el sexo de los dioses no tiene nada que ver con reproducción, ya que ellos no se aparean (recuerden que somos nosotros quienes los creamos) y las diferencias sexuales hacen sólo las diferencias sicológicas y de comportamiento, incluso las hembras llegan a tener ciclos mensuales de comportamiento, recuerden que los inventamos a nuestra imagen y semejanza.

Ocurrió un trágico día que un desafortunado mortal tuvo varios hechos que nunca olvidaría: se levantó una mañana como cualquier otra, se resbaló en la ducha y tuvo una contusión, camino al hospital tuvo un accidente de tránsito, saliendo del hospital le robaron todos sus documentos y tarjetas de crédito y llegando a casa, al encender el fuego para preparar un café, se produjo una explosión que incendió su casa. Fue casi inevitable que ese hombre, al terminar el día y recostarse en casa de un familiar dijera: “Por favor diosa de la Mala Suerte, abandóname y coloca al dios de la Buena Suerte en tu lugar”.

¿Por qué tuvo que colocarle un género al dios que estaba creando? (bueno, si hubiese dicho “dios” en vez de “diosa” de todas formas habría escogido un género, pero sería el masculino, cosa que es normal, ¿o no?). En ese preciso momento el Mundo de lo Divino volvió a contar con una hembra entre sus filas y es así como comenzaron los problemas, desde los más domésticos, como construir un baño para hembras, hasta los más delicados, como tener que cuidar el lenguaje entre la divina tropa de machistas que habitan en el Mundo de lo Divino.

Comenzó a ocurrir que periódicamente nuestro mundo mortal se vio atacado por ráfagas de mala suerte con una frecuencia exacta de veintiocho días. Así es, fuimos las víctimas de las depresiones, enojos, mal ánimo y antojos de esta diosa de la Mala Suerte. Cada vez que un ciclo de mala suerte nos afectaba, los mortales comunes y corrientes recurríamos a nuestros dioses de siempre, el preferido de cada uno. Así es como, cada veintiocho días el Mundo de lo Divino se revolucionaba con la cantidad de trabajo que tenían que resolver.

El principal problema con todo esto es que, mientras ella más actuaba, más adeptos o gente que creía en ella ganaba en nuestro mundo. La popularidad de Mala Suerte, en el Mundo de lo Divino estaba casi tan alta como la de Buena Suerte. La gente estaba invocando cada vez más a esta diosa, sólo imaginen un juego de azar. Por cada mil participantes hay sólo un ganador que decía “gracias buena suerte”. El resto pensaba “mala suerte, aléjate de mí”, y como la diosa ya existía porque alguien la creó, ella ganaba puntos de popularidad en su mundo.

Por el bien de ambos mundos, ya que ellos se necesitan entre sí, los dioses en Mundo Divino decidieron hacer algo al respecto. Comenzaron a llevar la cuenta de los ciclos de Mala Suerte y lograron predecirlos, los encargados de esa tarea eran el dios de la Fama y del Dinero, ambos muy buenos para las matemáticas. Dos días antes del comienzo de la hecatombe divina mensual, ellos avisaban a todos los dioses en su mundo para que tomaran medidas, las que incluían un tratamiento extremadamente cariñoso y cauteloso con Mala Suerte, hacerle muchos regalos, cantarle canciones (de esas que sólo los dioses conocen), invitarla a fiestas, regalarle chocolates, flores y hacer todo lo que estuviera a su divino alcance para hacer que ella se sintiera bien.

A los pocos años de continuar con este ritmo los dioses se acostumbraron a sus celebraciones, mimos y regalos y todo esto se volvió una tradición y les gustaba tanto que esperaban cada mes con ansias los avisos de Fama y Dinero. Esta tradición llegó a despertar sentimientos en los machistas dioses casi olvidados por muchos y totalmente nuevos para otros, no era compasión, tampoco era lástima, sino que era el deseo de proteger, de acompañar y de hacer sentir bien a su nueva compañera, quizá era alguna forma divina de amor. Al mismo tiempo que todo esto ocurría en el Mundo de lo Divino, en nuestro mundo normal las cosas cambiaban, los ciclos de mala suerte estaban terminando y la gente mortal comenzó a olvidar a Mala Suerte, su popularidad descendió rápidamente en Mundo Divino, pero los dioses no se percataron de aquello.

Ocurrió un día que el último de los mortales que aún creía realmente en Mala Suerte dejó de hacerlo y nuestra (ahora amada por todos) diosa simplemente desapareció. En el Mundo de lo Divino cundió el caos y la tristeza. Dejaron de atender las invocaciones de nosotros los mortales, por lo que tuvimos varios de días de nuestra historia humana que valernos por nosotros mismos (creo que no lo hicimos tan mal). Finalmente Buena Suerte encontró una solución. Debían lograr que Mala Suerte fuera nuevamente invocada por alguien que creyera realmente en ella, pero que usara el género femenino para hacerlo, debían encontrar al mismo mortal que la creó inicialmente para asegurar que la invocación fuera hacia una diosa y no hacia un dios.

Ese día me desperté y levanté al igual que el resto de los días, había una gran tormenta y yo no sabía lo que me esperaba. Todo comenzó como aquel fatal día de hace algunos años atrás, me caí en el baño, la ambulancia tuvo un accidente en el camino, al bajarme los enfermeros en la camilla me cayó un rayo encima (creo que eso no era necesario y exageraste un poco dios Rayo), mi casa se destruyó y, al final del día nuevamente dije sintiendo realmente cada palabra, la frase que todos en el Mundo Divino estaban esperando: “diosa de la Mala Suerte, por favor aléjate de mí”.

La volví a la vida, y en ese preciso momento ocurrió lo más increíble que le ha ocurrido a cualquier mortal en este mundo (bueno, creo que a algunos personajes en algunas religiones también les ocurrió lo mismo, pero ese es otro cuento) me vi cubierto de una luz enceguecedora, escuché una música de trompetas celestiales y fui transportado al Mundo de lo Divino. Como más adelante me explicó mi amigo Buena Suerte, necesitaban de la sabiduría de alguien que supiera tratar a las hembras y yo, después de casi cuarenta años de vida en pareja antes de enviudar, contaba con ella de sobra.

Mi consejo fue sabio. Sigan repitiendo su tradición de mimar, regalar y levantar el ánimo a su adorada hembra, pero háganlo sólo cada dos meses, porque a las mujeres hay que cuidarlas mucho para que no se nos vayan, pero no tanto como para que se nos aburran.

Desde ese día estoy sentado a la derecha del dios de la Buena Suerte, observando el mundo de los mortales y aconsejando a este grupo de dioses sin experiencia en el trato de los seres más complicados y delicados de ambos mundos, las hembras.


Jota

Texto agregado el 26-10-2006, y leído por 338 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
15-01-2007 que decir, tras ese enzayo sobre una diosa. marsolesca
28-10-2006 habria que saber cual es el termino medio. Maestria en tus letras. sinopsis
26-10-2006 Mmmmm, no se, la mujer es como la flor, debes regarla diariamente, de lo contrario, hay que asumir las consecuencias...... Aytana
 
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