Estas ahí, de rodillas frente a mi, tus lagrimas te encadenan aun mas a mi, y de tus ojos puedo leer, escuchar tu corazón que a gritos me pide perdón.
Por un momento me invade la necesidad de poner fin a tu sufrimiento, no puedo verte llorar, esas lagrimas poco a poco destruyen mi alma.
Pero, no es mi corazón quien pronunciara mis ultimas palabras a ti.
-el perdón es un don con el cual mucho no nacemos- dije.
-o! Por Dios que has hecho! Grita mi corazón, me advierte que aun amo a la persona que a mis pies parece haberse rendido.
El corazón y la razón son enemigas intimas, jamás se entendieron, ni se entenderán…
Lo siento corazón, ya es tarde, ni hables, calla ya, no vale pelear mas.
Hoy la razón hablo y no creo que nada mas debas decir, hoy corazón deberás marchar, ya nada debes hacer dentro de mi… es que poco a poco morirás, para dejar lugar a un vació que ni la razon, ni la mas rica belleza llenaran.
Vuelvo de haber sido la espectadora de la pelea dentro de mi, para volver a ver esa escena macabra que había provocado mis palabras.
Ahí estas, sin moverte de lugar, has palidecido, te veo hundiendo en tu mar de lagrimas…
Puedo sentir el aroma dulzor a la muerte dentro de mi, mi corazón murió.
Ya tu presencia no me entristece, ya no siento pena por ti, no siento ni tu tacto sobre mi pies, ni la fría marea que tus lagrimas generan.
Y la razón me comunica que es hora de cerrar la puerta y dejarte ahí, parado en el umbral.
Y así lo hago, pero me gritas detrás de la puerta que me esperaras. Y solo se que me veras salir y entrar cada día de mi vida, pero nunca regresar a tu vida.