Un Vistazo desde lo Alto
¿Se han detenido alguna vez a observar las palomas en las plazas públicas? Si lo han hecho deben acordar conmigo en que son ellas las que parecen observarnos a nosotros más que nosotros a ellas. Seguramente les es familiar la escena de dos palomas posadas sobre algún busto de algún prócer nacional, girando sus cabezas de lado a lado y mirándonos fijamente.
¿Por qué nos miran tan detenidamente? ¿Es que acaso nos leen los labios para saber qué estamos diciendo? No, esa no es la respuesta. Ellas nos miran también cuando no estamos hablando. Seguramente saben que el sistema de navegación de las palomas está basado en captar los campos magnéticos de la tierra, como parte de su sentido de orientación. Ocurre que ese mismo mecanismo les permite captar nuestras ondas cerebrales. Sólo deben dirigir el lado derecho de su cerebro hacia nosotros para conocer nuestros pensamientos, y luego el lado izquierdo para conocer nuestros sentimientos. Así es, estamos desnudos frente a aquellas apacibles criaturitas aladas que solemos alimentar en plazas y parques.
Imaginen a un par de palomas hembras, Cu y Co. Cu es una paloma blanca, mientras que Co es de color gris oscuro con negro, y ambas están paradas sobre el busto de un padre cualquiera de una patria cualquiera en una plaza cualquiera de alguna ciudad. Supongamos ahora que esa plaza está en el centro de la ciudad, y que las calles laterales están repletas de edificios, de cafés y de tiendas. La siguiente podría perfectamente ser la conversación que Cu y Co sostienen un día cualquiera después de haber recibido su alimento del mediodía de las generosas manos de un anciano jubilado.
- Oye Cu, ¿qué te pareció la comida de hoy?
- El pan estaba bastante duro, Co. ¡Exquisito! ¿Te parece que cantemos un rato para mejorar la digestión?
- ¿Qué tal si mejor jugamos a entrometernos en la vida de los humanos otra vez? La semana pasada estuvo genial, ¿recuerdas?
- Excelente idea Co, te parece que comencemos con el taxista Antonio, allá bajo. Parece que anda de mal humor. No recordaba que tuviese una hija. ¡Qué lástima que esté enferma!
- Mira bien Cu. El mal humor de Antonio es porque no tiene dinero para que su hija se pueda atender decentemente en alguna clínica privada y tiene que llevarla al hospital público. Debemos hacer algo compañera, ¿Por qué seré tan sentimental?
- ¿Recuerdas Co el fajo de billetes que encontramos hace un tiempo y que escondimos en el agujero del tronco? Creo que ya le podemos dar un buen uso. Distrae por un momento a Antonio mientras hago mi trabajo.
En ese momento Cu vuela hasta el tronco de un viejo árbol en el centro de la plaza y busca en un agujero casi en la cima. Vuelve volando con el trofeo y lo deposita en uno de los asientos delanteros del taxi de Antonio entrando por una de las ventanillas delanteras, mientras Co pasa volando un par de veces a sólo centímetros de la gorra del taxista.
A los pocos minutos, y luego haberse recuperado del ataque de Co, Antonio entra a su automóvil a escuchar la radio y encuentra en el asiento el fajo de billetes.
- Mira Cu, ya lo vio.
- Lo tomó y está mirando para todos lados por si aparece el dueño. Te dije que es un hombre decente. Ahora comenzó a contar el dinero. Miremos lo que está pensando, debe estar contando para asegurar que es suficiente para su necesidad.
- No lo creo Cu, parece que a medida que cuenta está pensando para qué le alcanza ese dinero. Fíjate bien en su mente: “cine, partido de fútbol, cena con la esposa, botella de wisky nacional, club nocturno, botella de wisky importado, arreglos de la casa, televisor”.
- Mira Co. Se detuvo. No lo creo. ¡Decidió comprar un televisor!
- Observa bien cómo se intenta auto convencer que está haciendo lo mejor: “el televisor le va a servir a mi niña para distraerse cuando salga del hospital, durante su recuperación. Además ya viene el mundial de fútbol y el televisor viejo está comenzando a fallar”.
- ¡Cada vez entiendo menos a estos monos! Se mienten ellos mismos hasta cuando piensan. Ahí va cruzando el mentiroso a la tienda de artículos electrónicos. ¡Espero que se te rompa!
- Calma Cu, relájate que todavía tenemos tiempo para hacer algo entretenido hoy.
En ese momento Cu se percata que en una de las esquinas de la plaza se encuentra pidiendo limosna una anciana ciega con su mano estirada en un viejo sombrero y haciendo sonar unas cuantas monedas en su interior.
- Mira Co, ¿esa viejecita limosnera te da alguna idea?
- Mira hacia abajo Cu. Ese hombre del sombrero parece sentirse generoso hoy. ¿Te parece usar el truco de la paloma de la paz para asegurar que siga sus sentimientos?
En ese momento Cu vuela por sobre el hombre del sombrero y ubica una rama que se encuentre justo en entre el hombre y la viejecita, de tal forma que el hombre vea ambas cosas a la vez. El hombre del sombrero ve a Cu y se despiertan en él aún más sus sentimientos de paz y generosidad. Cu cambia su expresión corporal de la forma en que sólo las palomas blancas saben hacerlo. El hombre fija su vista en el fondo de la imagen que observa, encuentra a la viejecita ciega, y casi sin darse cuenta introduce su mano al bolsillo en busca de monedas. No queda satisfecho, y entonces busca en su billetera y extrae cuidadosamente un par de billetes. Se acerca a la viejecita y los deposita en el sombrero. La viejecita responde con un agradecimiento y una bendición. Cu vuelve volando a posarse al lado de Co y comentar lo sucedido.
- ¡Qué gran actriz eres Cu!
- Lo sé Co - dice Cu, riéndose mientras repite su papel de paloma de la paz.
- Mira qué bien se siente ese hombre, creo que le alegramos el día.
- Y mira ahora a la mujer Co. ¡No lo creo! Mira lo que piensa: “otro imbécil que cae en la trampa. Ya sabía que lo lentes oscuros me servirían, pero nunca pensé que la diferencia sería tan grande”
- Da vuelta tu cabeza Cu y mira como se siente. ¿Qué acaso la gente no se siente al menos mal después de haber hecho eso? Ahora entiendo por qué el mundo de estos monos está tan mal, si ni siquiera tienen remordimientos después de hacer tantas atrocidades.
- Me siento pésimo. Dos fracasos después de dos intentos. Cada vez nos cuesta más hacer algo bueno. ¿Por qué no nos dedicamos a jugar bromas a la gente como lo hacen Que y Qui? Creo que nos entretendríamos mucho más que intentando el papel de superhéroes anónimos. ¿No lo crees Co?
- ¡Vamos Cu! Un intento más, que no pueden ser todos los monos tan malos, sino el Gran Palomo ya los hubiese destruido.
En ese momento ambas palomas miran hacia arriba desde donde provenía una señal de miedo y desesperación muy fuerte. En los pisos superiores de un gran edificio se encontraba un hombre colgado sobre un aparato para limpiar vidrios. El hombre se encontraba sostenido al aparato sólo con una mano y estaba a punto de soltarse. Tanto Co como Cu no tenían dudas y sabían perfectamente lo que debían hacer, comenzaron a buscar con la vista bajo el edificio hasta que ubicaron un guardia de seguridad. Volaron rápidamente y comenzaron a dar vueltas sobre la cabeza del guardia. Como es de esperarse, este hecho le pareció muy extraño al guardia, quien comenzó a seguir a las palomas con la vista. Las palomas comenzaron a volar cada vez más alto, hasta que quedaron en el ángulo de visión necesario para que el guardia se percatara del hombre colgando muchos pisos más arriba. El guardia actuó rápidamente, informado al personal del piso afectado, quienes pudieron rescatar al hombre antes que cayera al vacío. Cu y Co volaron contentas a posarse en su sitio favorito a esperar que el hombre apareciera por la puerta principal del edificio y a disfrutar del éxito de su última misión. Las palomas esperaron pacientemente y se aprontaron a mirar los sentimientos del hombre que salvaron. Esperaban ver al hombre con un sentimiento de alivio como nunca antes ellas habían encontrado en otro hombre.
- Mira Cu, allí viene.
- Si, es él, pero mira bien cómo se siente. ¿Estás segura que es él Co?
- Si, estoy segura Cu. No entiendo nada, aún se siente terriblemente desesperado, deprimido y con mucha rabia. Miremos sus pensamientos a ver si éstos nos dicen algo.
Ambas palomas leyeron los mismos pensamientos: “Ahora si que no sé que hacer. Mi plan del accidente estaba tan bien planeado y no entiendo cómo se arruinó. Si intento otro accidente, la compañía de seguros no lo va a creer, mi familia no podrá cobrar el seguro de vida y seguiremos en esta ruina. ¿Qué me queda? A mí la cárcel, a mi familia la pobreza absoluta. No lo podré soportar”.
- ¿Puedes creerlo Co? Ese tipo está tan desesperado que es capaz de terminar con su vida para hacer más llevadera la vida de su familia. ¿Cómo puedes describir eso amiga?
- ¡Ya nada me sorprende en esta sociedad de monos compañera! No tienen vuelta y se merecen el peor castigo del Gran Palomo. Creo que ahora te apoyo con la idea de las bromas. Busquemos algún mono incauto con el que divertirnos unos momentos.
- Mira quien viene por ahí caminando, es Miguel, el estudiante de arquitectura, y otra vez viene pensando en mujeres desnudas.
Cu gira la cabeza y continúa diciendo:
- ¿Comprendes ese sentimiento Co? ¿Acaso continúa en celo?
Con una expresión irónica que sólo otra paloma sabría reconocer, Co comenta:
- Pero Cu ¿es que no has aprendido nada de los monos en tantos días a mi lado? Ese sentimiento es un instinto que estos animales traen desde tiempos muy remotos. Ellos viven un período de celo continuo, ¡imagina que asco compañera! Ese sentimiento que vemos es la excitación sexual de estos primates.
- ¿Pero parece gustarle mucho, es acaso un tipo de placer?
- Amiga, el sexo es el placer más grande que existe para estos animales, a veces sólo superado por el que les provoca la fama o el dinero.
- Me has arruinado completamente la digestión con ese comentario compañera. ¿Qué tal un bombardeo sobre ese mono asqueroso?
¿Han notado cómo las palomas cierran a medias sus ojos? Si las observan tan detenidamente como yo, se darán cuenta que lo hacen justo antes de realizar sus descargas intestinales. Es alguna especie de preparación, no estoy muy seguro si física o mental, para preparar las bombas que están ya dispuestas a soltar. Luego de esta preparación Cu y Co alzaron vuelo y se aproximaron a Miguel, quien ni siquiera las vio. La primera descarga, la de Co, dio en el hombro derecho del joven, mientras que la segunda explotó justo sobre su cabeza.
Las palomas volvieron riéndose a carcajadas a ubicarse en su punto de observación y se dedicaron a escudriñar la mente del pobre Miguel. Además de la rabia que observaron, pudieron ver los siguientes pensamientos: “¡Mierda!, justo ahora, en el preciso momento en que debo rendir mi examen final. Por suerte tengo aún unos minutos para quitarme esta mierda de encima”.
Miguel entró en un café ubicado frente al sitio del accidente. Allí lo atendió una chica que no fue capaz de contener la risa al ver al joven con la mierda de paloma cayendo por su frente y ensuciando su corbata. Miguel ruborizado le pidió ayuda y la miró a los ojos, lo que encontró en ellos quizá nuestras amigas lo puedan describir mejor que yo:
- Mira Co, ¿qué está sucediendo ahora? ¿Qué son tantos sentimientos juntos? Lo acabamos de cagar y el mono se siente feliz. ¿De donde proviene esa felicidad tan grande? Los ojos de la chica están disparando emociones en él que no logro comprender, pero que estoy empezando a envidiar. El mono casi no piensa, sólo está sintiendo cosas. ¡Yo creía que nunca dejaban de pensar!
- Sabes Cu, no tengo respuesta. Ahora fíjate en ella, la risa desapareció y ahora hay una expresión juguetona en su cara. ¿Que acaso no le da asco nuestra mierda? Siente algo parecido a él y tampoco está pensando. Llevan un minuto mirándose fijamente y parece que van a explotar de alegría.
- Amiga, ¿es todo esto producto del instinto de celo continuo que me describiste hace un rato?
- Ojalá lo supiera compañera, pero todo esto me hace pensar que estos monos son más evolucionados de lo que creíamos, y me avergüenza decirlo, pero yo también siento una gran envidia por los sentimientos que acabamos de ver. ¡Por el Gran Palomo!
- Sabes Co, creo que ya sé cómo esta sociedad de monos ha logrado sobrevivir todo este tiempo.
Jota |