No necesito de ninguna religión
para saber que los dioses
se han olvidado de los hombres.

No necesito de ninguna metafísica
para comprender que los hombres
tampoco significan nada.

No necesito de ninguna filosofía
para entender que las cosas
son el único sentido oculto de las cosas.

No necesito de ningún poder visionario
para conocer que las cosas no tienen significación
sino sólo existencia.

No necesito de la astrología
para descubrir que los astros
me siguen resultando espantosamente indiferentes.

Necesito, de una vez por todas,
que me vacíen de conceptos,
de teorías, de sospechas, de patrones,
de hombres, de políticas, de ambigüedades,
de cosmogonías, de sofismas y de éticas.

Necesito, de una vez por todas
y para siempre,
seguir siendo virgen.
Y poder, a cada momento,
dar a mis ojos el poder
de ver, gozar y descubrir
la simpleza de las cosas.