No sé si llamarla plaza. Parece un patio público y esquinero que intenta enmarcar de naturaleza a ese Banco nuevo, moderno y de vidrios polarizados.
Demasiada laja, poco verde, encerrada en dos paredes blancas y en el vértice, un Bar.
Pero bien, para los cuarenta y cinco minutos que tenemos para almorzar en la oficina, es una escapadita a disfrutar del aire que queda en pleno Centro.

_ Loca, apurate que tenemos que enganchar el banco que da al Este para broncearnos un poco_ me dice Rubén.
Y esa plaza a medias, se nos convierte en rutina caribeña.

Bajamos los ocho pisos en dos minutos, cruzamos Corrientes, nos metemos en el Bar y corremos a “nuestro banco” con un sándwich y una ensalada de frutas.
Con el tiempo, le agregaron algunas mesas con sombrillas.

_Disimulá que viene Noemí con la gorda y Viviana. ¡Quiero paz loca!

_¿Y cómo disimulo?.¿Me decís?.Parecemos dos guirnaldas de globos multicolores contra esta pared. Es una cagada Rubi.Me encandila, me hace bolsa la vista.

_¿Por qué no te ponés lentes de sol?

_Porque no los soporto.

Las chicas apuntan para una de las mesas y entonces nos distendemos.
Comemos despacio, hablamos poco. La consigna es volver al trabajo con la cara tostadita. Y así nos dejamos estar.


Se mezclan cientos de ruidos. Motores de autos, bocinas, pajaritos, la música del Bar, voces, risas, silbatos. Pero a mi oído biónico, no se le escapa ningún sonido diferente.Como ese que estoy escuchando por ahí.
Alguien llora, intentando mimetizarse con el barullo.

Rubi se pasó un poco de crema y se petrificó frente al sol matador del mediodía. Yo giré a mi derecha, buscando el llanto disimulado.
Allí la ví. Sentada a una mesa, sola. Es tan blanca que parece transparente. Se le notan las venas como un mapa calcado en tinta gruesa azul. Flaca, pelirroja, pelo largo. No se saca el pañuelo de los ojos, más que para sonarse la nariz.

_Rubén.Mirá a esa flaca.

_Está llorando,- me dice de lo más interesado-. ¿Qué carajo le pasará?.Ay loca, muero por saberrrrr...

La chica está ajena a todo.

_¿Viste cómo se le marcan las venas?

_Sí. ¡Y los moretones!-me dice siempre dueño de los detalles-.

_¿Moretones?

_¡Si ciega!.¿No le ves los moretones verdes que tiene en los brazos?.Ay Mony, ¡Estamos frente a una mujer golpeada!.¿No tiene un look a Margarita Gauthier?.Vamos a la mesa y le preguntamos. ¡Dale!

_Dejate de joder. Me da cosa.

_Ay... ¡No seas chota!.Nada peorrr que una marica con dudas. ¡Dale!.¡Le decimos que somos de una oenegé!

_¿Siempre tenés que andar inventando?.A mi no me sale mentir.
Pero mi amigo ya se había puesto de pie.

_Yo me voy loca. No puedo. Tengo que saber. Por ahí la asaltaron y les dijo _Si me vas a robar, pegame y violame. Sino, no vale. Jajajajajaja.

Mi andá a cagar, se murió en el and... Él ya estaba en la mesa de la Dama de las Camelias.

Seguí comiendo mi ensalada, sin perderlo de vista. Se mostraba solidario y confidente.

_Perdoname. ¿Me puedo sentar?.No te asustes, me gustan los hombres. Pero te estamos mirando con mi amiga. ¿Qué te pasa Reina?.¿No querés contarme?.Por ahí te viene bien desahogarte... (Y su mano gesticulando para que me les una, parece la aleta de un ventilador).

Siento curiosidad. Me doy cuenta de que la chica es dócil, no lo rechaza.
Él se sienta a su lado y me sigue haciendo señas. Me debato entre las ganas de saber y volverme a la oficina cargada de pálidas ajenas, o darle paso a la indiferencia y disfrutar del sol.
Pero nada más convincente, que una mariquita de Tauro.Cabeza dura e insistente.
Me levanto y él se me acerca para ponerme al tanto.

_Loca.Le dije que sos Presidenta de una Oenegé que defiende a las mujeres contra la violencia.

_¡Por qué no te vas al carajo!.¿Qué me invento si empieza a preguntar?.
Pero Rubi ya me arrastraba de la remera.
Y al fin los tres. Mi amigo desplegando solidaridad y “te escucho”-como Luisa Delfino pero más lindo-y yo poniéndole una mano en el hombro a la Colorada.

_Hola. Me llamo Mónica. ¿Vos?.

Titubea unos segundos.
_Marion.

_Lindo nombre, -le digo sabiendo de entrada, que ese no es su nombre.

_Marion Gissel.-agrega-. Y ya me queda más que claro, que además trabaja en algún Night Club de la calle Corrientes.De esos que están bastante juntos, a no más de dos cuadras hacia la Avenida 9 de Julio.

_¿Querés algo fresco?-le pregunta Rubén.

_No tengo plata.

Rubi me hace un guiño, se levanta y dice.
_Nosotras te invitamos. ¡Y te traigo un sándwich mujer!.¡Que sos piel y hueso!

El calor asustaba. Algunos gorriones se estampaban contra la pared blanca, como para suicidarse. La Colorada enternecía. Era frágil, pálida. Parecía La Magdalena de Buenos Aires con el pelo cubriéndole la espalda y los hombros, largo hasta la cintura. Musculosa blanca, brazos estampados en verde.

_¿Quién te golpeó?.-Rubén se mandó directo-

Tenía la nariz roja de tanto secarse los mocos. Al principio mostró una lógica actitud de vergüenza y desconfianza, pero fue fugaz. ¿Cómo no terminar codo a codo, con otro medio marginado y una “Presidenta” de una Ong?. Menos mal que su falta de conocimiento y prudencia, me liberaron de mentiras forzadas. Yo era Presidenta y la Oenegé, andá a saber qué carajo quería decir. Pero sonaba importante. Así que, amigos desde siempre.

_El Oso.-contestó-

_¿Quién es?

_No te puedo decir. Bueno.Es mi jefe. El dueño de dónde trabajo. Pero no te puedo decir dónde trabajo.

Rubén y yo hacemos buena dupla a veces. Él saca toda su esencia femenina, se involucra, siente. Habla de mujer a mujer.
Yo soy más analítica, temperamental. Y en estos casos, se escapa mi parte masculina, aconsejo como hombre. Me caliento. Y entre los dos, creamos fácil el clima adecuado. La tercera persona hace su catarsis identificándose con mi bronca femenina y se suelta. Y Rubén larga el chiste oportuno, para balancear la cosa. La charla se hace espontánea y sincera.

_Sos bailarina.-afirmo sutilmente, apuntando a algo más.

_Sí.

_¡Ya me imaginé Reina!.-exclama Rubi. ¿A que sos bailarina de caño?.Ay... ¡Me encanta!.¡Más quisiera yo!

Esa locura cándida de los gays, me fascina. En un minuto, convierten un drama en un Music Hall glamoroso de lentejuelas. Y la Colorada se empieza a reír con ganas.

_Bueno Reina.Contá quién te fajó que entre “las tres”, lo matamos a arañazos y le cortamos el pito.

........................................................................................... .......................................


Y se nos pasó la hora.
Que en concreto, Marion era puta-y lo digo sin ironía ni prejuicio-. Digo puta, porque prostituta no encaja con el estilo de este relato. Un cliente le había contagiado una venerea. Ella se lo había contado al Oso, pero él la había obligado a trabajar igual. Al Oso le importaba la guita, así que simplemente le dijo.
_Seguí atendiendo. Haceles “Otros chiches”.
La Colorada le hizo “otros chiches” a otro cliente, pero le pasó la “sortija”. El cliente se le quejó al Oso y como era de suponer, el Oso la cagó a trompadas.

_Y me echó. Vivo en una pensión en Constitución. Tengo que pagar la pieza. Y no me animo a pedirle que me deje trabajar de nuevo. Le tengo miedo. ¿Pero adónde voy a ir?.


Teníamos que volver. Lo miré a Rubén con cara de _¿Y ahora qué, choto?.
Desplegó un discurso rápido y eficaz.

_Reina, tenemos que irnos porque nos van a rajar a las dos de la empresa. Pero te vamos a ayudar. Tomá el teléfono. Me llamás y vemos. ¿Sabés Reina?.Vos tranquila. Ahora andate a la pensión, hacete un té y relajate. Olvidate del mundo. ¿Dale?.”Nosotras” te vamos a conseguir algo.

Beso, otro beso, caricia, chiste, manos apuradas con un “chaucito”. Nos vemos, llamame, ¡Tranquila!...
Y salimos disparadas para el laburo.

Mientras subíamos en el ascensor, Rubén me dice.

_Ay loca. ¡En qué quilombo nos metimos!.¿Y ahora qué carajo hacemos?.

_¿Nos metimos?.¡Vos te metiste boludo!.Pobre mina. Ahora te quiero ver.

_¡No seas yegua! Acá juntas eh?.Ya me voy a inventar algo.

_Sí, claro. ¿Y cuando te llame por teléfono?

_¡Es que no puedo loca!.Me partía verla. ¿Qué sé yo?.Y bueno. De última, aviso en la oficina que si llama, le digan que ahí no trabaja ningún Rubén Salcedo.Y esta noche me rezo cien Padrenuestros y quinientos Avemarías.


.................................................................................... ........................................................

Era el mediodía del día siguiente. Entra Fortuni-nuestro jefe-, medio desconcertado y otro medio riéndose.

_Che, Mónica.Ahí te busca una amiga.

_¿Una amiga?.¿Quién?.

_No sé flaca. Yo a esta, no la vi nunca -y hace un gesto irónico-

Lo miro a Rubén.Abre la boca en un ¡Ayyyyyy!.
_Tranquila nena. ¿Quién va a ser?.Si no sabe dónde trabajamos.

_¡Es de difícil!.Solo tenía que quedarse mirando cuando cruzamos Corrientes, para ver que entramos acá.

_¡Me muero loca!.Jefe, ¿Qué le dijo esa amiga de Mónica?.

Fortuni se rió.

_Ahí está, a la entrada del pasillo. Me paró y me dijo que venía a buscar a dos amigos. Mónica y Rubén.

_¡Yo le dije que llamara!-se calentó Rubi.

_Bueno, la hizo práctica. Vino directo. Y ahora vas vos. Y le ofrecés el laburo que le conseguiste.


Se encendió un pucho y atravesó la puerta. Cuando salía, entraba Carlos, nuestro Jefe directo.
Venía contento, refregándose las manos, desparramando perfume.

_¡Buen día!.

Se me acercó confidente y me dijo.

_Hay una putita ahí en el pasillo.

_¿Y cómo se dio cuenta de que es una putita?

_¡La puta!.Basta mirarle la pilcha y la cara pintada como una puerta.


Al minuto apareció Rubén, contento, sonriendo, relajado. Y a su lado, Marion.
Se dio vuelta todo el pasillo a mirarla. Para mí, no era para tanto.
Vestía una súper minifalda en color rojo, unos tacos aguja altísimos de charol-o plástico-negros. Un top negro con brillantina en el escote. Un chalcito que cubría sus brazos a medias. Aros largos, pelo alborotado y enrulado y la boca grande y roja como una ciruela reventada. Pero además, traía una sonrisa y luz nueva en la mirada.

Me levanté y le di un beso. Me abrazó.

_Vengo apurada. Ya le dije a Rubén.El Oso me tomó de nuevo. Ahora me voy para allá. Pero quería darles las gracias. Encontrarme ayer con ustedes, me levantó el ánimo. Así que al ratito, me fui a verlo. Le pedí perdón, le expliqué.

Realmente me alegró el día. La alentamos, la abrazamos y se fue.
Rubén respiró aliviado.

_¿Te salvaste eh?.Mirá qué suerte pobre piba.

_Ay loca. Yo te dije que le iba a conseguir laburo. ¡Es que anoche, me recé los cien Padrenuestros!.Y “La Jesús” , porque “esa” es mujerrrrrr. ¿No ves que andaba con el pelo largo y siempre en túnica?.Jajajajajaja.Bueno, la Jesús me escuchó e hizo el milagro. Entre mariquitas, nos cagamos cuando hay tipos de por medio nomás. ¡Pero esta era La Magdalena!.-