Hace ya muchos años que Santiago se vino del pueblo a estudiar a La Plata, tenia tan solo 17 años cuando se cargó el bolso al hombro, las milanesas preparadas por la vieja, y toda la predisposición para comer arroz y fideos. La ecuación supuestamente era sencilla, el día tiene veinticuatro horas, ocho para dormir, ocho para estudiar y ocho horas para boludear, al parecer no era demasiado espinoso, igualmente no iba a cumplir a rajatabla con aquellos mandamientos, amante del ocio iba a destinar buena parte de las horas de estudios e incluso horas de sueño a no hacer nada, o porque no descansar y pensar.
Los primeros tiempos se pudo arreglar con la facultad, Santiago estudia arquitectura, duerme muchas veces durante el día porque se queda para terminar las entregas a la noche anterior a las mismas.
La vida de Santiago se llevaba bien, los viejos lo bancaban, a él le iba mas o menos bien en la carrera, se las arreglaba de ves en cuando para irse al pueblo algún que otro fin de semana que le quedaba libre. Pero pasó lo que tenia que pasar, una de las tantas crisis del país lo encontró a Santiago como a tantos de nosotros. A Mario, el viejo de Santiago le habían bajado bastante las ventas del almacén, sumado esto a que los que le había fiado no podía cobrarles, ni tampoco pagarle a sus proveedores, le dijo a su hijo que las cosas estaban complicadas. Este no se quedó y salió a buscar trabajo, y vaya que justo encuentra en una casa, de esas que se dedican a imprimir planos, ploteos, y cosas por el estilo.
El trabajo no era del todo bueno, la paga tampoco lo era, pero los jefes son bastante macanudos, son del interior también, de un pueblo del Sur. Santiago trabajaba por las mañanas de 8 a 13, es un rato, y esto le servia para pagar el alquiler de la pensión de estudiantes donde vivía.
La historia de Laura es bastante diferente a la de Santiago, ella estudia Derecho, esta bastante avanzada en la carrera, puesto de que no ha estado perdiendo el tiempo, esta tirando finales de cuarto año, su padre también estudió abogacía, también su madre, de hecho fue la manera en que se conocieron en la facultad, ambos son abogados y tienen un estudio con varios asociados y muchos clientes, algunos muy importantes. Laura siempre fue una chica bastante introvertida y tímida, disfruta de alternar sus libros de derecho civil, con cuentos de Cortazar y poemas de Benedetti, incluso tiene un perro que se llama Famas. Siempre a vivido en La Plata, ha tenido un par de novios, siempre la terminaron engañando o abandonando por mujeres menos hermosas, Laura es muy linda de por cierto, pelo castaño y unos hermosos ojos verdes, herencia de su abuelo paterno. Es alta y delgada, y posee cierta sensualidad al caminar.
Santiago no entra en el estereotipo de candidato a conquistar el amor de Laura, es medio andrajoso, le esquiva a la maquina de afeitar y al peine, pero si se baña casi todos los días. No conoce a Cortazar, ni tampoco a Benedetti y jamás le pondría Famas a un perro, le podría poner Cacique o cosa por el estilo, hasta incluso Lobo o Sultán, pero jamás Famas.
Las vidas de Laura y Santiago parecería que jamás podrían llegar a cruzarse, hasta que un día Laura desembocó en el trabajo de Santiago.
- Hola. Dijo Laura al entrar.
- Buenas. - Respondió Santiago haciendo notar su acento provinciano.
- Mirá necesito imprimir el documento que esta en este disquete, se llama “tp_derecho_administrativoII.doc.”.
- Ok.
Laura entonces se quedo mirando a Santiago, le parecía conocido a alguien que una vez había conocido de chica en un viaje a Córdoba, cuando egreso de la escuela primaria. Obviamente no preguntaría si alguna vez había el estado en Villa Carlos Paz de viaje de egresados.
- Este disquete esta vacío – dijo Santiago.
- ¡No me digas! ¡No puede ser! – contesto Laura con gesto de sorpresa angustia y preocupación.
- No, mentira. Acá esta el archivo, te estaba embromando. Supuse que era un trabajo practico importante.
Laura primero quiso estamparle un castañazo, después cuando se dio cuenta de que todo estaba bien con el archivo y el disquete, entonces esbozo una sonrisa.
Eran varias hojas, por lo que Santiago y Laura pudieron cruzar un par de palabras y llegaron a poder establecer algún amigo en común. Un perfecto desconocido de ambos pero que bien valía de excusa mediante la utilización de ciertos datos que hacían posible el vinculo y la conversación.
Fue cuando Laura comenzó a ir a imprimir mas cosas al trabajo de Santiago, cualquier trabajo practico, cualquier resumen, un dibujo, cualquier pavada. Él obviamente, que no era ningún lerdo, se dio cuenta de cómo lo miraba Laura y el interés que ella demostraba en acudir hasta tres veces por semana a imprimir algo.
Un día Laura le comenta a Santiago que había una fiesta en la casa de una amiga, que la única condición era querer pasarla bien y llevar algo para tomar, preferentemente cerveza. El sabia que era una buena oportunidad, ella se estaba “entregando en bandeja”, era obvio que quería que él “avanzara”.
Para ese tipo de fiestas corresponde vestirse para matar, utilizar todo tipo de amuletos, algún colgante “ganador”, la camisa blanca de mangas cortas, el slip verde oliva reservado para esas ocasiones y los zapatos náuticos. Obviamente Santiago no escatimo en recursos para cumplimentar con lo que las cábalas reclamaban.
Al llegar Santiago a la fiesta se fijo por donde andaba Laura. Le preguntó a Maria, la dueña de casa, si la había visto por ahí. Ella le respondió que Laura iba a llegar un poco mas tarde porque tenia visitas en la casa, habían venido unos parientes de vaya a saber que parte del mundo, que no venían a menudo y sé tenia que quedar hasta que terminaran de cenar. Santiago espera a Laura toda la noche. Mientras tanto intento establecer algún tipo de conversación con los presentes, todos ellos se conocían de “antes” como eran todos platenses habían compartido la escuela primaria, secundaria y hasta el jardín de infantes, obviamente nada tenia que hacer Santiago ahí, pero la esperanza de que ella llegara lo hacia quedarse. Sabiamente Santiago fue repasando mas o menos que era lo que iba a decirle a Laura, por donde iba a encarar la conversación para poder avanzarla. Dedico varios minutos a la búsqueda del lugar indicado, la posición, los gestos, las palabras.
Laura no llegó nunca a esa fiesta y tampoco volvió a imprimir mas trabajos prácticos en el negocio donde Santiago trabajaba, al parecer ya no volvió a pasar por la vereda del comercio, transitaba un camino alternativo para ir a la facultad. Santiago siguió trabajando en la casa de impresiones, quemó la camisa blanca de mangas cortas, aunque decidió conservar el slip verde oliva, lo hace a modo de recuerdo. Comenzaría a trabajar con un arquitecto que le llevaba los planos a imprimir, seria una buena oportunidad y le permitiría hacer algo de experiencia y contactos para su futuro profesional.
Laura y Santiago se cruzaran alguna vez mas, ella tendrá algún expediente en su portafolio, algunos kilos de más (no demasiados) y llegará a los tribunales a presentar algún recurso o cosa por el estilo. Santiago por su parte le prestará mas atención a la barba, se peinará, y será asesor de la remodelación del edificio donde Laura tiene su estudio. Se cruzará con ella en un ascensor, se conocerán al instante pero ninguno de los dos dirá nada. La fortuna o el destino (cualquiera de ellos) hará que queden solos al subir el quinto piso y él le dirá al oído que -Este disquete esta vacío. Ella le mirara a los ojos y se jurara a sí misma, tener presente ese momento para siempre.
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