Ratones de Laboratorio
¿Sabían ustedes que los ratones nos controlan? Yo tampoco lo creía en un principio, pero las pruebas son irrefutables. Sólo imaginen, ¿qué mejor forma de vivir entre nosotros, y de esconder sus verdaderos propósitos que convertirse en las criaturas más repugnantes que conocemos, y que tenemos que soportar en nuestros propios hogares? He investigado este tema por casi treinta años y estoy convencido de la veracidad de todo lo que acá planteo.
Esos asquerosos animales evolucionaron muchos millones antes que nosotros. En nuestra era, la evolución es sinónimo de tecnología, conocimiento, descubrimiento y guerras. Bueno, lamento informarles que ellos ya pasaron por todo eso y lo superaron.
Todo comenzó una noche de invierno, en mi juventud. Aquella noche decidí desconectar todos los aparatos eléctricos para poder concentrarme en mi lectura. De pronto comencé a escuchar el chillido de los roedores en algún rincón escondido de las paredes de mi cocina. Estuve veinte minutos concentrado en el sonido que estos animales emitían y comencé a reconocer ciertos patrones que se repetían. ¡Imagínense mi sorpresa! Yo era un joven con inquietudes en las ciencias de la biología y tenía en mi cocina el tema de mi futura tesis doctoral. Estaba convencido que los ratones poseían algún tipo rudimentario de comunicación, y sólo debía demostrarlo ante la comunidad científica. Tenía asegurado mi futuro como científico.
Rápidamente conecté la grabadora y registré otros treinta minutos de conversaciones entre estos animales. Durante los días siguientes me dediqué a analizar las grabaciones. Reconocí patrones que correspondían a una conversación que mostraba un nivel de inteligencia y abstracción inesperado. De hecho, las conversaciones correspondían a un patrón de preguntas y respuestas y luego, a un intercambio de papeles entre interrogador e interrogado. No lo podía creer, esos animales estaban conversando y traspasándose experiencias en un lenguaje complejo.
Comencé a estudiar toda la bibliografía disponible respecto a esos animales. Los estudios acerca de su comportamiento eran muy deficientes, sólo los describían como animales nocturnos, con buena visión, buen olfato y muy escurridizos. Decidí comenzar a estudiarlos yo mismo. En varias oportunidades los escuché manteniendo sus conversaciones, sin embargo, al percatarse de mi presencia terminaban cualquier conversación y comenzaban a olfatear y se alejaban. A pesar de todo eso, conseguí grabar más de cincuenta horas de conversaciones.
¿Han observado detenidamente las marcas que los ratones dejan en las paredes y en el piso de madera con sus garras y dientes? Comencé a fotografiar y estudiar estas marcas con más detención y no podía creer mi descubrimiento. Encontré patrones en las marcas que proponían que estos animales eran capaces de comunicarse con un lenguaje escrito muy complejo. Gracias a que realicé un seguimiento durante meses de estos animales, logré descifrar algunos de los símbolos que ellos usan. Antes de ocupar y justo después de desocupar una nueva madriguera, estos animales realizan marcas. Las marcas indican el nombre de la familia ocupante de la madriguera y la fecha en que comenzaron a habitarla. Al momento de cambiarse a otro lugar, los ratones escriben una nueva marca para indicar la fecha en que la abandonan.
Gracias a esas marcas, logré identificar los símbolos que utilizan para representar los números. Mi sorpresa fue mayúscula al percatarme que estaban viviendo en el año un millón, ochenta y tres mil ciento cuarenta y siete de su segunda era. ¿Qué tipo de civilización mantiene una vida en madrigueras después de un millón de años de existencia? ¿Por qué lo hacen? ¿Cómo viven realmente? ¿Cuántos secretos encierra una civilización tan antigua? ¿Qué marcó el cambio de era? Necesitaba responder todas esas preguntas como parte de mi investigación.
Ahora que sabía más de estos animales debía cuidar que ellos no se enteraran de mis descubrimientos. Es probable que ellos pudieran comprender nuestra escritura, por lo que debía mantener todas mis notas bajo llave. Estaba seguro que me observan y que al percatarse de mi presencia incluso disimulaban y comenzaban a comportarse como roedores salvajes.
¿Han visto una madriguera de ratones por dentro? En todas ellas existe un rincón con una gran cantidad de papeles y trozos de madera pequeños, los que delicadamente moldean con sus incisivos y colocan en forma ordenada. Después de mucho estudiar estos montículos descubrí en ellos patrones de escritura. Si. Cada uno de esos montículos representa una completa biblioteca con una gran cantidad de conocimiento de la historia de su civilización. El resto de este informe científico está basado en extractos de los documentos que conseguí rescatar de las madrigueras de muchas familias de ratones durante largos años de investigación.
Antes de continuar debo explicar algunas de las diferencias esenciales entre los mecanismos cognitivos de estos animales y los nuestros. Esto permitirá comprender de mejor forma el resto del informe y el por qué ellos tomaron las decisiones que tomaron a lo largo de su historia.
En primer lugar me enteré que la memoria de estos animales se traspasa genéticamente a través de las generaciones. Cada vez que nace una nueva cría de estos animales, ella ya conoce toda la historia de su especie. El resto de su vida la dedica a resolver los puntos discordantes entre las vivencias de su padre y las de su madre. Las vivencias hacen a los individuos definir conclusiones, incluso valóricas, a determinados patrones que observan en su vida diaria. Son estas conclusiones que define cada individuo, más las que deduce en el período que dure su vida, las que registran en estas bibliotecas de conocimiento que almacenan en sus madrigueras. Coloquemos esto en términos evolutivos. Cada individuo sigue un camino propio, definiendo nuevas conclusiones que obtiene durante su vida. Los individuos que sobreviven tienen una mayor probabilidad de apareamiento y, según las leyes de Darwin, de traspasar sus genes a una nueva generación de individuos. Inevitablemente las distintas ramas de conocimiento de los individuos que sobrevivieron hasta aparearse se van a volver a juntar en un punto (se aparearán entre descendientes) y este conocimiento, útil para la supervivencia de su especie, se acumulará en un nuevo individuo que repetirá el ciclo. La herramienta evolutiva que adquirieron estos animales les brinda posibilidades increíbles para la supervivencia en casi cualquier medio. Ahora me explico mejor el por qué ellos han sobrevivido a las grandes catástrofes de cada lugar en donde han habitado.
¿Qué más podemos concluir de la forma en qué estos animales adquieren el conocimiento del mundo? Intentemos imaginar a la raza humana con una capacidad similar. Los valores que rigen el comportamiento humano, y que nos hacen decidir entre lo que es bueno y lo que es malo, provienen también de nuestras experiencias, tomando como experiencia los sabios consejos de quienes nos han criado. Imaginen que ni siquiera tengan la necesidad de traspasar estos valores a sus hijos para asegurar que comiencen sus vidas con ellos ya como una parte inherente de su comportamiento. Si nuestra raza contara con un método así, les aseguro que los problemas de discriminación terminarían e incluso hasta las guerras. Bastaría con cruzar dos individuos de culturas o razas diferentes y luego leer su biblioteca de conclusiones de conflictos entre ascendientes. Podríamos confiar en que las bases valóricas que usó para deducir sus nuevas conclusiones incluyen las nuestras, por lo que podríamos asegurar también que cada individuo es potencialmente un juez válido para nosotros ante cualquier diferencia.
¿Hacia dónde puede evolucionar una civilización de ese tipo? A partir de los documentos estudiados y de varias otras conversaciones entre familias completas de ratones, he logrado trazar una gran parte de la historia de esta especie.
Existen muy pocas referencias a la primera era de su civilización, sin embargo creo que he logrado descifrar lo que produjo el cambio. Hace algunos millones de años, los individuos de la especie fueron separados entre sí, probablemente por la separación de algún trozo de tierra o algún período de glaciación. Este hecho provocó que durante cientos de miles de años, se desarrollaran en forma separada muchas generaciones de ratones con experiencias de memoria genética totalmente diferentes entre sí.
El reencuentro entre ambas civilizaciones fue algo totalmente nuevo para los ratones. Su mecanismo cognitivo era para ellos tan natural que en un principio ni siquiera reconocieron a los otros ratones como iguales a ellos. Hubo un período de cientos de años de continuas guerras entre ambos bandos. Ese es el que ahora denominan el período oscuro a fines de la primera era. Los ratones que eran capturados por un bando eran tratados como esclavos y obligados a realizar trabajos forzados.
El quiebre llegó gracias a los intelectuales de la época. Un grupo de artistas y científicos de la época (ellos no hacen diferencia entre artistas y científicos, de hecho, las ciencias son un tipo más de arte, por lo que desde ahora los llamaré los “artíficos”) comenzaron una campaña en favor de los esclavos capturados en cada bando. Entre ellos mantenían contacto y se coordinaban gracias a que ya habían homologado sus medios de comunicación verbal y a distancia. Cabe destacar que a mediados de la primera era, los ratones ya tenían medios de comunicación a distancia, e incluso medios de transporte que nosotros todavía ni imaginamos.
Después de varias décadas de trabajo cada grupo de artíficos, ubicados en cada una de las civilizaciones, consiguió colocar en la cabeza de los de su especie la idea de que el bando contrario estaba también conformado por ratones como ellos, sólo que tenían un conocimiento histórico muy diferente entre sí. Recuerden que para lograr traspasar esas ideas, lo único que necesitaban era aparearse más que el resto, según las leyes de Darwin.
Acá ocurrió algo muy difícil de comprender para nosotros. Ellos decidieron, dirigidos por los artíficos, mezclar las civilizaciones. Sin embargo, la cantidad de hechos atroces cometidos durante el período de las guerras era tan grande y pesaría de tal forma sobre las generaciones futuras (cosa inevitable para ellos) que debían realizar un gran cambio. Decidieron dejar el planeta Tierra y trasladarse a otro lugar en el espacio. No estoy seguro si poblaron algún planeta existente o si construyeron un planeta a su medida, en todo caso, la primera decisión fue abandonar este planeta, el que les había hecho cometer las atrocidades más grandes de toda su historia.
Acá termina la primera era de la civilización de los ratones. Ese fue su año cero, bautizado por los artíficos como el inicio de una nueva civilización, el año en que se reinventaría la especie del ratón. En gran medida estaban en lo cierto, ya que se integrarían en la nueva descendencia experiencias históricas y valóricas totalmente nuevas para cada rama de la especie.
Una gran parte de los artíficos se dedicó a preparar la evacuación de los individuos hacia el nuevo hogar, sin embargo, se destinó a un grupo de los más capaces a determinar alguna forma de evitar que los hechos de finales de la primera era pudieran volver a repetirse. Existían dos tendencias entre estos grupos de artíficos que intentaban dar una explicación a lo ocurrido. El primer grupo aseguraba que lo ocurrido fue sólo un hecho fortuito y era inevitable. El segundo grupo tenía una hipótesis algo más compleja. Ellos creían que cualquier factor que afectara directamente al traspaso natural de la memoria histórica era una causa potencial de una ruptura civilizacional y de un nuevo periodo de oscuridad para su especie.
Antes de abandonar el planeta, ambos grupos acordaron realizar un experimento que pusiera a prueba la hipótesis. Para poder probar la hipótesis del segundo grupo, necesitaban contar con una especie a la que pudieran realizar cambios rápidos en su memoria histórica. Mejor aún, que esa especie no tuviese una memoria histórica que se traspasara generacionalmente, sino que ellos pudieran controlar la forma en que se traspasa este conocimiento. Para conseguirlo, intervinieron genéticamente una especie de primate que habitaba en el África hace un millón de años atrás. Crearon al primer ser humano.
Se debe tener en cuenta que gracias a su memoria heredada, los ratones pueden planificar su futuro en miles de años, como es el caso de este experimento. La gran mayoría de los ratones se fueron de nuestro planeta, pero dejaron a un grupo de artíficos a cargo del experimento humano. Durante cientos de miles de años guiaron a la raza humana hacia una evolución que les permitiera alcanzar el grado necesario para su experimento. Cada cierto tiempo enviaron a un individuo terrestre a cruzarse con alguno del nuevo planeta de los ratones y traspasar así el conocimiento y las recomendaciones producto del avance del experimento.
Ellos controlaron nuestra historia. Gracias a las plagas de ratones, y a hechos que ahora nos parecen casuales, se decidieron los grandes acontecimientos de la humanidad. Ellos crearon artificialmente la separación entre lo que ahora consideramos un mundo oriental y un mundo occidental. Uno de los hechos que más me sorprendió fue el enterarme que ellos planificaron y luego ejecutaron cuidadosamente la plaga de la peste negra que mató a casi la mitad de los habitantes de Europa en el siglo XIV. Necesitaban controlar el avance muy rápido que estaba consiguiendo ese sector de la especie humana.
Ellos controlaron aspectos de nuestra historia que me parecerían increíbles si no los hubiera descifrado por mi mismo desde los montículos de una de estas familias de roedores. Por ejemplo, no saben cuánto me dolió enterarme que las tablas de los mandamientos entregadas a Moisés realmente existieron, y que fueron creadas por ellos.
La primera etapa del experimento se concretó como esperaba el grupo de artíficos. Tanto la conquista del África como de América entregó un resultado equivalente al que provocó el término de su primera era. Dos culturas diferentes, separadas sólo por unos miles de años gracias a la omisión de la memoria hereditaria, no pueden mezclarse sin acribillarse. Quienes poseían una tecnología de guerra más avanzada no dudaron en someter a los pueblos conquistados, esclavizarlos y explotarlos.
¿Qué está ocurriendo en nuestros tiempos? No he encontrado aún material que describa las etapas actuales del experimento humano, sin embargo me atrevo a deducir que siguen controlando nuestra historia, tal como lo han hecho siempre. Creo que el período de globalización por el que atraviesa nuestra civilización no es una coincidencia, ni menos un producto natural de nuestra evolución. Creo que las diferentes culturas y tendencias religiosas encontrándose cara a cara, y de forma tan violenta, son producto de alguna mente artífica que desea probar sus teorías, de no ser así, ¿por qué los hombres querrían perder su individualidad, su cultura, lo que durante generaciones les ha costado tanto trabajo obtener y cambiarlos por modas y culturas foráneas, que asumen tan fácilmente? ¿Qué quieren probar nuestros dioses? ¿Quieren saber si seguiremos el camino que ellos nos han trazado a través del laberinto de nuestra historia?
Como ya les comenté, aún no he conseguido información acerca de las conclusiones finales del experimento humano, sin embargo, si he encontrado varias sugerencias hechas por los artíficos encargados del experimento al resto de su comunidad. La que más me sorprendió fue la siguiente recomendación, con fecha de hace unos cincuenta años atrás: “Recomendamos realizar la última prueba y dar por finalizado el experimento. De todas formas creemos que después de esta prueba, el experimento se dará por terminado él mismo”.
Soy optimista. No sé qué esperan los ratones que ocurra durante este período de globalización, pero creo que, ahora que conocemos la historia de su intervención, debemos ser capaces de reconocer y reaccionar ante nuestras diferencias culturales. Debemos olvidar rápidamente todos los odios a nuestros enemigos políticos y religiosos que nos hemos inculcado desde nuestras cunas. Debemos escapar del laberinto en el que nuestros creadores nos han colocado.
Hay sólo un punto que aún no consigo descifrar. ¿Cómo consiguieron los ratones inducir en Walt Disney la creación de aquél simpático y bonachón personaje que nos ha llevado a los bordes de un mundo global?
Jota |