Desvergonzada, en verdad desvergonzada realidad, juegas en mi tablero a un juego en el que sólo tú conoces las reglas y posees fichas, no te reclamo falta alguna, sólo te pido tregua en situaciones a las que te gusta someterme, injusticia, desagradables reencuentros se te hacen una constante en mi presente, en verdad tienes un sentido del humor siniestro.
Incluso insisto, me frustras y no deseas que llegue a destino, me socavas para reprimir mis talentos, no es por alardear, pero te fijas en mi más de lo que deberías, ¿cuál es la premisa?, ¿cuál es la necesidad?, ni tú lo sabes, no eres más que otra mediocre en un circo bizarro de domadores sin ojos.
Si me tropiezo haces al obstáculo más difícil, si me caigo haces a la caída más larga, si me estrello haces al piso más duro, no es ilusión mía, es ensañamiento tuyo.
Pero no dejaré que se salga con la suya, no le doy la medalla de la victoria a nadie sin mérito sudado, yo camino, pero no me presiones porque podría quebrarme, no me pruebes por que podría fallarte, no me tientes porque podría terminar aceptando, me conoces, sabes que no te conviene provocarme, ya que puedo ser el mejor que te ha amado o el peor que te ha violado.
Desde ya te aconsejo que te deshagas de tus secuaces, imbéciles sin nombre, simples prolongaciones de tu obscenidad chabacana, por el simple hecho de que por el contrario me los devoraré al igual que tú lo has hecho con mi inocencia y mi niñez.
No te guardo rencor, te odio, no por lo que haces, no sólo por eso, sino por lo que ya de por sí eres, muchas mentira.
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